En la rueda de prensa previa al partido, Luis García Plaza dijo que "ojalá el equipo dé la cara", y le salió bien en la primera parte por lo que el equipo se quedó, como tantas y tantas veces, a medias. La frase no gustó a un sector de la afición porque mezclaba resignación y conformismo, a la vez que victimismo, a partes iguales antes de empezar a jugar, pero lo cierto es que el equipo dio la cara en la primera mitad.
Luego en la segunda parte ya se la partieron, la cara, me refiero y como casi siempre más por deméritos propios que por méritos ajenos, que por buenos que sean Benzema y Vinicius, que lo son, el Mallorca sigue repartiendo regalos de Navidad en el área propia y solo encuentra carbón en el área ajena.
Los números cantan y gracias a que Cádiz, Alavés y Granada se han empeñado en competir a la baja, la cosa aún no es grave.
El Mallorca aún no ha entrado esta temporada en puesto de descenso y a eso se agarra el equipo y también su entrenador. Si, por desgracia, se asomaran ahí, ya no quedaría argumento posible más que ganar, ganar y volver a ganar, como decía Luis Aragonés del que nos seguimos acordando ahora que faltan diez partidos, en los que se decide todo, como él decía.
El primer match-ball de Luis García será contra el Espanyol de Vicente Moreno, otro que quizá…