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Dos disciplinas artísticas opuestas convergen en la escultura ‘Eídolon’

Biel M. Panizza y Lolo Garner muestran en el Born el resultado de su primera colaboración

Biel M. Panizza y Lolo Garner mostraron ayer su obra, que juega con la distancia focal. B. RAMON

Biel M. Panizza, artista multidisciplinar que se mueve en el campo del neoexpresionismo, y Lolo Garner, escultor tecnológico, han creado una escultura de grandes dimensiones que juega con el movimiento y la distancia focal, además de con la implicación del público y que se puede contemplar con motivo de la Nit de l'Art. Eídolon se expone hasta mañana en el Born y es la primera colaboración entre estos dos creadores de «disciplinas diametralmente opuestas», según señaló ayer Panizza.

Eídolon es una escultura opticinética que se sirve del movimiento y de la perspectiva visual para mostrar «una representación del alma de una persona», explicó ayer Biel M. Panizza. Desde una distancia de 15 metros, perfectamente señalizada en la alfombra roja instalada en el paseo, el conjunto de piezas metálicas -que a poca distancia es un «caos de barras», como definió ayer Garner- ofrece la imagen de una cara. Si para los griegos un eidolon era la representación fantasmal de un difunto, para estos dos artistas su obra refleja lo que en el siglo XXI entienden por la imagen del ser humano, «el formato selfi», manifestó Panizza.

La obra, diseñada y creada con la intención de ser exhibida en otro lugar aún no decidido, «es una escultura 4D», ya que está diseñada para que el público pueda meterse en ella, detalló Lolo Garner, pseudónimo que utiliza el artista Manuel Granero, especialista en diseño industrial, control numérico y robótica.

De grandes dimensiones, tres por tres metros y uno y medio de profundidad, con una tonelada de peso, anclada a una base de 500 kilos para darle estabilidad, su producción les ha llevado cuatro meses de trabajo.

El punto de partida fue un dibujo a carbón de Biel M. Panizza, que pasó a una imagen técnica y se pasó a negativo para poder cortarla en acero, teniendo en cuenta dónde había vacíos y dónde materia. Todo este proceso se realizó en el taller de Garner, quien está acostumbrado a trabajar con grandes formatos. Una vez montadas las barras en el soporte, se pintaron y no antes, por lo que se incrementó la dificultad para conseguir el efecto deseado. «Ha sido muy experimental», comentó ayer Panizza sobre esta primera colaboración entre los dos artistas.

El juego de luces completa el efecto cinético, por lo que sus cocreadores invitan a contemplar la escultura por la noche.

Con motivo de la Nit de l’Art, el Ayuntamiento les ha cedido espacio en el Born, donde se puede contemplar la escultura a la distancia necesaria, algo que agradecen los artistas. «El arte tiene que estar en la calle», afirmaron.

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