Cristina Macaya es la anfitriona por antonomasia, aunque ella muestra un cierto cansancio con la etiqueta. Madrileña enamorada de Mallorca, apasionada del arte, mujer vitalista, discreta y envidiablemente libre, ha recibido durante los últimos años en Es Canyar, su finca de Establiments, a una nómina de personalidades que sólo podrían converger en torno a su persona: los ex presidentes del Gobierno Adolfo Suárez y Felipe González, el ex presidente de Estados Unidos Bill Clinton, el premio Cervantes mexicano Carlos Fuentes, el bailarín Nacho Duato o el actor Michael Douglas son sólo una pequeña muestra. Ahora, con el apoyo de Bartomeu Català, de Proyecto Hombre, e Instituciones Penitenciarias, y a través de la Fundación Mujeres sin niños, está empeñada en un proyecto para que las madres con hijos pequeños que cumplen condena en la cárcel de Palma puedan hacerlo en una dependencias especiales donde los hijos no vivan como si estuvieran cumpliendo condena.

- ¿Cómo descubrió Mallorca y qué fue lo que le gustó de la isla para construirse una casa aquí?

- La isla no la descubro, la elijo sin descubrirla hace como catorce o quince años. Quería tener un sitio en España. Y la idea de isla me gustaba, pero sobre todo me gustaba Mallorca, que es única. Generalmente, piensas en una isla y te imaginas un lugar pequeño y mal comunicado y en realidad no es así. Además, yo escogí el interior porque tiene más actividad y no quería una casa sólo de verano. Recuerdo que estuve buscando un año entero, hasta que encontré ésta en Establiments, que es perfecta porque está aislada y al mismo tiempo muy cerca de Palma y el aeropuerto. Realmente yo no soy de pensar las cosas y después hacerlas, sino de hacerlas y después pensarlas, porque cuando las piensas demasiado, pues ya no las haces. Entonces, vine y más tarde descubrí que había acertado. Y estoy muy contenta de la decisión que tomé.

- ¿Cómo ha visto cambiar la isla durante estos catorce años?

- Yo no soy mallorquina. No he visto cambiar la isla, pero sí la he descubierto más, la he conocido. Algo que no es fácil, pese a que es pequeña, porque es muy distinta de costa a costa. Pero de haber cambiado, creo que ha sido a mejor, sobre todo las comunicaciones. Aquí te mueves mucho. Realmente hay pocos sitios donde hagas tantos kilómetros. Cada día te recorres la isla de punta a punta. Antes ir a Sóller era un viaje y ahora son unos minutos. El otro día fui a Santanyí y dije, qué maravilla.

- ¿Encuentra algo en Mallorca que no se lo ofrezca ningún otro lugar del mundo?

- La calidad de vida, las comunicaciones fáciles que te permiten entrar y salir en cualquier momento, la diferencias en el paisaje y la gente, que me parece extraordinaria, me encanta. Y además tengo mucha suerte de haber conocido tantos mallorquines, porque a veces vas a un sitio y sigues en tu grupito sin entablar amistad con nadie. Y gracias a los mallorquines que he conocido, he podido apreciar mejor la isla.

- ¿Qué valores aprecia más en las personas?

- Aquí la gente no es muy extravertida. Y creo que eso es una virtud, porque las personas excesivamente sociables o abiertas a veces te confunden, porque recibes de ellas una onda muy fuerte de entrada y después generalmente vas a peor. Y con los más reservados, en cambio, todo lo que vas descubriendo poco a poco ya es un terreno ganado. Los mallorquines son gente comedida, no exageran las relaciones hasta que las sienten de verdad.

- ¿Esa es la forma de ser que más aprecia?

- Tengo una enorme curiosidad por las personas, me cautivan. Conocer a los demás siempre me ha interesado mucho más que analizarme a mí misma, pues a través de la gente conoces la cultura, el país y muchas otras cosas. Cuando voy a un sitio y digo que me lo he pasado fantástico, no lo expreso así como un tópico. Significa que caí sentada no sé dónde, empecé a hablar con unas personas que a lo mejor no había visto nunca y descubrí que eran interesantes.

- El escritor mexicano Carlos Fuentes la definió a usted como la madrina de Mallorca. Sabemos de sus virtudes como anfitriona, pero ¿se refería a algo más?

- Él sólo se refiere a las cosas que dice y que, además, le encanta decirlas. Carlos y yo somos muy amigos, tengo esa suerte. Es una persona que te sube la moral, porque siempre te dice algo agradable, maravilloso. ¡Cómo voy a ser yo la madrina de Mallorca! Pero eso dicho por Carlos Fuentes resulta muy agradable. Viniendo de una persona tan inteligente, te gusta más creértelo.

- No le pediré que me revele sus secretos de anfitriona, pero ¿cómo consigue que tantas personalidades tan diversas se encuentren bien en su casa?

- Mi suerte es tener muchos amigos y creer en la libertad. Quiero pensar que la gente se siente cómoda en mi casa porque no se encuentra agobiada por nada, porque incluso entre personas que no se conocen aquí hay rincones apartados que permiten permanecer en un sitio tranquilo y no ver a nadie. Estar invitado y tener que verse la cara todo el día no es incómodo, pero te quita un poco de libertad y la convivencia es difícil. Tienes que estar poco tiempo, porque al cabo de pocos días ya necesitas espacio. Y yo quiero pensar que mis invitados se sienten cómodos porque cuando quieren socializar encuentran otras personas para hacerlo y cuando quieren estar solos también pueden. En definitiva, que cada uno pueda hacer su vida sin más preguntas ni horarios. Es más difícil ser invitado que anfitrión. Yo intento que mis invitados se sientan en su casa porque así salimos ganando todos.

- ¿Es cierto que el ex presidente Felipe González se llevó piedras de Es Canyar para sus esculturas?

- No, Felipe González estuvo muy poco tiempo porque vino para pronunciar una conferencia en la Fundació ´La Caixa´. Pero él hace unas esculturas maravillosas, entiende de piedras como nadie y es un hombre hiperactivo. Al día siguiente de la conferencia, se levantó a las seis y estuvo trepando por alguna montaña cercana a la casa. Con Felipe se hablaba de su afición por los bonsáis, pero está mucho más concentrado en las piedras y en la escultura. Al final, el político yo creo que es un hombre básicamente creativo, pues para poder atraer a la gente hay que tener mucha imaginación, gancho, carisma y capacidad de emocionarte con las cosas. Los políticos se mueren políticos, eso sí, pero cuando dejan de estar en activo, enfocan su creatividad hacia otro lado.

- De los presidentes que ha conocido, ¿cuál es el mejor conversador?

- Creo en eso de que las comparaciones son odiosas. De entrada, todos son personas que transmiten y, en consecuencia, todos son buenos conversadores. Cualquier persona que llega a esos niveles es porque posee unas cualidades especiales y un carisma. Te puede gustar uno más o menos, pero siempre hay que reconocer que son diferentes al resto, porque de otro modo no hubieran llegado. Nunca puedes decir de un presidente que es poco inteligente.

- ¿Del ex presidente Adolfo Suárez tiene algún recuerdo especial, ahora que él ya no puede recordar?

- Muchos y muy buenos. Es un hombre maravilloso. Estuvo en casa con toda su familia. Es una pena todo lo que ahora le está pasando. De él sí se puede decir que ha hecho muchas cosas por España, empezando por la Transición después de cuarenta años de franquismo. Humanamente es un hombre muy simpático, un ser con mucho carisma.

- Usted que lo conoce bien y lo ha tenido hospedado en su casa, ¿cree que Michael Douglas volverá a Mallorca, ahora que llegan noticias que dicen que se ha comprado una gran casa en Canadá para retirarse?

- Le sigue gustando Mallorca, lo que ocurre es que ahora en s´Estaca está Diandra, con la que comparte la casa. No sé si se ha comprado algo en Canadá, pero lo que está haciendo allí es rodar una película de la que creo que es productor y director. De todos modos, le gusta mucho la isla y el año pasado estuvo aquí mucho tiempo.

Cristina Macaya en su residencia mallorquina B. Ramon

- Es suficiente con ver uno de los salones de su casa para descubrir que es usted una apasionada del arte, ¿cuáles son sus preferencias?

- No puedo decir que sea una persona que sepa mucho de arte, para nada. Pero aquí en la casa tengo muchas obras de artistas mallorquines, pues en esta isla viven creadores muy buenos que he tenido la suerte de conocer. Me gusta el arte porque sé apreciar la belleza y tengo un gran respeto por ella, sobre todo por los que son capaces de crearla. Si no puedo tener lo que me atrae, disfruto viéndolo.

- Sin embargo, usted ha puesto en contacto con coleccionistas a muchos artistas mallorquines, ha sido generosa con ellos.

- No es una cuestión de generosidad, es más sencillo. Me gustan mis amigos y si vienen a casa, me encanta que lo hagan y que se mezclen con otros. Después descubres que dos que no tenían nada que ver se han conocido. Y eso es bonito. Cuando la gente se encuentra surgen cosas, una visita al estudio o un negocio, lo que sea. Son conexiones ajenas a mí, pero muchas veces suceden. Siempre procuro reunir a personas con gustos afines.

- ¿En su casa también han trabajado artistas?

- Sí, muchos. Y yo lo paso muy bien con ellos, porque son gente con la que nunca hay que personalizar.

- ¿Es usted una persona hiperactiva y emprendedora?

- Soy vitalista. No me asusta embarcarme en cosas. Más tarde quizá me arrepiento, pero de entrada digo: voy para allá.

Cristina Macaya B. Ramon

*Esta entrevista fue publicada originalmente el 13 de agosto de 2005.