La instalación de un parque fotovoltaico en Mallorca comporta hoy una polémica segura. También una controversia entre el impacto visual, muchas veces certificado por la Comisión de Medio Ambiente, y la necesidad de decantarse por las energías limpias, una descarbonización de la producción que no puede tener marcha atrás.
Es evidente que hace falta poner orden, programación y buena distribución en el campo de las renovables, sean fotovoltaicas, eólicas o de generación de biomasa, campos explorados con distinta preferencia y rendimiento hasta ahora.
Según se desprende de las palabras de Maria Antònia Garcías, la organización de las distintas formas de producción energética va a ser afrontada en la cuarta modificación del Plan Territorial de Mallorca que está en marcha.
Soplan vientos a favor de la energía eólica. Deslumbrados por las placas fotovoltaicas en la isla del sol a discreción, nos habíamos olvidado de que los molinos de viento también pueden ser generosos a la hora de dar luz y energía imprescindible.
No es menos cierto que resta por igual mucho trabajo por hacer y mucho campo por recorrer. Tras las palabras de García también queda patente que a día de hoy el Consell desconoce las verdaderas necesidades municipales de transformación renovable y que no tiene una visión de conjunto de los parques de placas solares. El lugar de ubicación de los grupos eólicos y fotovoltaicos es vital en una isla de territorio exprimido. Conviene hilar fino y no solo porque las polémicas van con la maniobra..