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AGRICULTURA

Los parques fotovoltaicos en ‘fora vila’ crecen como «setas»

APAEMA avisa que ya tiene socios que deben dejar fincas que gestionan porque acogerán instalaciones de placas solares. Exige el fin de la «barra libre» y reclama una «planificación seria». Terraferida defiende que estas infraestructuras se ubiquen en suelos degradados como canteras

Instalación fotovoltaica en Son Carrió. Biel Capó

Los parques solares en fora vila crecen «como setas». La advertencia que hace APAEMA no es nueva. Entidades ecologistas ya advirtieron el año pasado de esta tendencia, pero ahora la Associació de la Producció Agrària Ecològica de Mallorca avisa que ya tiene socios que han visto cómo les sacan de la finca que gestionaban porque el terreno pasará de uso agrícola a convertirse en parque solar. Así lo desvela el presidente Miquel Coll que cita el caso de Toni Noguera de Can Ferrerico, que debe dejar una finca en Santanyí que en los últimos diez años gestionaba porque en enero empiezan a instalar la estación fotovoltaica. De momento, la entidad conoce el caso de tres socios pero avanza que hará una encuesta entre los asociados para tener una radiografía más exacta.

Instalación fotovoltaica en Bunyola. Jaume Mateu

Y ahora que se ha conocido que Balears supera el 10% en potencia fotovoltaica, Miquel Coll no duda en pedir a las administraciones una «planificación seria», determinar en qué puntos se deben colocar y no dar «barra libre» para hacer instalaciones fotovoltaicas que crecen «como setas». «Primero se tendría que hacer un plan para determinar qué territorio destinamos a la producción de energía eléctrica. Planificarlo, no dar carta blanca. También se deben hacer un planteamiento agrario en las islas. ¿Queremos que todos los alimentos procedan de fuera? ¿Queremos producir alimentos aquí? Es necesaria una planificación a largo plazo porque si los payeses ven que no es viable ejercer en Mallorca, ¿qué pasará? ¿Abandonaremos totalmente la producción alimentaria local?», se pregunta Miquel Coll, que pone como ejemplo que solo en Llucmajor hay 150 hectáreas afectadas entre parques aprobados y otros que están en tramitación.

En suelos degradados

En la misma línea se pronuncia Jaume Adrover, agricultor y portavoz de Terraferia, que defiende que estas instalaciones se deben colocar en «suelos degradados, no en tierra buena». «El 85% de los alimentos que consumimos proceden de fuera. No somos autosuficientes para nada. Tenemos más de un 10% de territorio que ya está complemente urbanizado, es decir, hay sitio para poner placas fotovoltaicas. Luego están las canteras o los espacios degradados y sin valor para instalar estos polígonos energéticos porque si los montamos en fora vila, dependeremos del exterior. Por ejemplo, en Portocolom hay un gran parque solar en un espacio muy degradado que era una antigua cantera, igual que en Son Sureda de Manacor, que era un antiguo vertedero», argumenta Adrover, que deja claro que «todo eso de que es compatible con la agricultura es una farsa. Es una mentira». 

Parque solar en Manacor. R.F.

«El jueves en Terraferida analizamos un estudio que ha publicado un equipo de investigadores internacionales que han investigado el impacto sobre la tierra de los parques solares en distintas zonas del Mediterráneo. Han llegado a la conclusión de que una vez instalados los parques hay una degradación física de las condiciones del suelo. La compactación de la tierra genera un problema enorme. Tanto en la conselleria de Medio Ambiente como en Agricultura se están entregando unos informes calcados diciendo que no pasa nada», relatan desde Terraferida. «Es el mantra que nos venden pero no es compatible porque hay una degradación del suelo», sentencian.

«El tema es grave», afirman. De hecho, cabe recordar que el año pasado GOB, Terraferida, APAEMA, Amics de la Terra y SEAE pidieron una moratoria para estas instalaciones que «ocupan de forma indiscriminada» el paisaje rústico de las islas.

Mantienen que el boom de placas solares viene condicionado por las ayudas económicas del Ministerio. «De una cosa que debería ser positiva que se apueste por la energía solar y que el Estado intervenga, hemos pasado a un boom completamente especulativo porque el Govern acepta toda clase de barbaridades», lamenta Adrover. 

Parque solar en la carretera de Porreres y Vilafranca. R.F.

«Tenemos muy claro que nos debemos descarbonizar. Estamos a favor de las energías renovables pero no podemos perder de vista otras cosas», determina Coll. «Son instalaciones que tienen una duración limitada, 25 años de vida y luego ¿qué pasará? Se hacen instalaciones muy grandes en terrenos agrarios productivos», explica Miquel Coll, que asegura que es un «elemento nuevo que está distorsionando los usos propios del suelo rústico, que acaba siendo como un vertedero donde está permitido cualquier cosa». «El uso agrario que es su uso propio es el menos común y el más difícil de llevar a cabo debido a las presiones externas tanto urbanísticas como por el tema de parques fotovoltaicos. La actividad agraria se hace muy complicada, un agricultor no puede pagar un alquiler de tierra como lo hace una empresa que monta un parque fotovoltaico», lamenta Miquel Coll.

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