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OPINIÓN

Pau Vallbona, fuera de serie

Pau Vallbona. Redacción Digital

Pau Vallbona es uno de los mallorquines que más he admirado, acompaña a Feliciano Fuster en mi panteón y confirma que los March siempre han fichado a la altura de su leyenda. El ingeniero naval fallecido pilotaba un imperio con la pericia y la sencillez de quien gobierna un llaüt por la desierta Mallorca meridional, el único lugar donde se sentía completo.

En la empresa no existe el cargo de Esencial, así que Vallbona era vicepresidente de todo. De la Banca, la Corporación, ACS o Pryca. Moldeaba con plena confianza y poderes el imperio de la familia ajena, solo exigía el anonimato. Se sentía cómodo en la desproporción entre su papel crucial de mayor ejecutivo mallorquín del último siglo, y la evidencia de que nadie identificaba su fotografía. Ahí estaba su sonrisa a medias, cuando Florentino Pérez presumía de dueño de ACS siendo un mero empleado de los March, y por ende del mallorquín.

Escribo desde la admiración rendida, y no solo porque los becarios de la Fundación March acabamos estableciendo curiosos vínculos. Con la naturalidad de quien se sabe imprescindible pero no quiere que nadie más lo sepa, Vallbona me guió en uno de los episodios críticos de la Mallorca reciente, el cambio de timón en la Banca March en tiempos procelosos.

Vallbona desembarcó en Mallorca para liquidar la etapa de Simón Galmés al frente de la Banca. No me lo contaron ni me lo contó, asistí a la reunión en el despacho de la planta noble del edificio de las Avenidas en que se debatían las acciones futuras. Allí contemplé el carisma del ejecutivo a rienda suelta. Escuchó con atención todas las opiniones, y emitió un veredicto:

—Se acabó, lo llevamos por lo penal.

Era curioso someterse a la lógica reticencia de mis jefes en el diario a publicar mis informaciones, dada la sensibilidad aneja a la Banca, cuando los datos procedían de la única fuente fiable.

Vallbona es el cerebro que, a falta de llevarlo puesto, todos desearíamos tener al lado. Media docena de personas como este ingeniero salvarían a Mallorca. No existen, claro, y el original acaba de romper el molde fuera de serie.

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