España se encuentra bajo el dominio de las altas presiones desde hace ya una semana y la cosa va para largo. Aunque no es un patrón meteorológico fijo en el calendario, este período de anticiclón y temperaturas ligeramente más altas se conoce como veranillo de San Miguel”, nombre que conmemora la festividad de San Miguel Arcángel (el 29 de septiembre).

Hasta ahora las temperaturas en Baleares se han mantenido dentro de los valores normales con noches ligeramente frías en el interior y en zonas de montaña. A partir del fin de semana, los termómetros despuntarán de los 30ºC en buena parte de las islas. Serán días cálidos, pero sin récords. En la península, el calor será más intenso y excepcional, con temperaturas máximas entre 36 y 38ºC en el arranque del mes de octubre en los valles del Guadalquivir y el Guadiana.

Un patrón de bloqueo

En el tablero de juego meteorológico, los anticiclones son los que mandan porque son estructuras muy grandes y estables en el tiempo. Un bloqueo anticiclónico ocurre cuando un centro de altas presiones se posiciona en un mismo lugar durante un período de tiempo prolongado.

Los anticiclones actúan como escudos desviando la llegada de borrascas con sus precipitaciones asociadas. En el interior del anticiclón, el aire desciende y se reseca. Por ello, las altas presiones suelen ser sinónimo de cielos despejados y vientos flojos con brisas costeras.

En Baleares, los anticiclones acostumbran a ser persistentes, especialmente en verano. En general, las épocas de lluvias están bien acotadas en el calendario y son períodos breves.

En verano, entramos dentro del dominio de los anticiclones subtropicales. Estos centros de alta presión son responsables de los grandes desiertos del planeta, el mayor de ellos, nuestro vecino el Sahara, al norte de África. Pues bien, los anticiclones subtropicales suben de latitud en verano y nos abrazan entre mayo y septiembre. En otoño, invierno y parte de la primavera, este cinturón de altas presiones desciende de latitud y nos deja a merced de la llegada de borrascas del frente polar. Esta alternancia anual de anticiclones y borrascas es típica de nuestro clima.

El cambio climático podría estar alterando estos patrones de circulación a gran escala. Se ha observado un aumento e intensificación de los anticiclones subtropicales sobre la península y Baleares en los últimos años. Esto implicaría episodios de calor más intensos dentro y fuera del verano climatológico. También supone un mar Mediterráneo más caliente y un mayor potencial de lluvias torrenciales y tormentas intensas. Estos cambios en la dinámica atmosférica deben estudiarse porque pueden tener consecuencias potencialmente catastróficas a orillas del Mediterráneo como las mortales inundaciones de Grecia y Libia en las últimas semanas.