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Opinión

La Salle desampara a su profesora

Imagen de archivo de la entrada del colegio La Salle de Palma Manu Mielniezuk

Fuera banderas, crucifijos, velos islámicos y retratos de papanatas de las aulas que reciben fondos públicos. Desde esta convicción de validez por desgracia decreciente, la única víctima clara del escándalo nada pedagógico y artificial en La Salle de Palma es la profesora de catalán, que se creyó investida de una autoridad residual sobre sus estudiantes. Y no, los tiempos han cambiado. Los padres eran los primeros aliados de los docentes en la ardua tarea de desasnar a un zagal, hoy todos tienen un Messi o Shakira intocables en casa. Los alumnos han pasado a ser clientes que siempre tienen la razón, según se acabará demostrando en este ejemplo.

No se le puede demandar racionalidad a la ultraderecha, que entra al trapo de cualquier bandera, por lo que la situación de la profesora empeora ante la posición vacilante por ponerlo suave de su colegio. La primera circular por La Salle, con destino a las familias, está firmado con coraje por el «director técnico de secundaria» el viernes. Directo a la medular, diáfano, con un apoyo categórico a la profesora primero desobedecida y después asediada. Chapó.

Por desgracia, La Salle se amilanó como si fuera una entidad de la sociedad civil mallorquina, y el sábado se corregía con un segundo «comunicado» anónimo que es un dechado de cobardía. A nadie puede extrañarle que los religiosos busquen el apaciguamiento o appeasement con la extrema derecha, porque lo llevan en la sangre. Ahora bien, hablar en abstracto de «lamentable acontecimiento» o de «conocer la verdad sobre lo ocurrido escuchando las voces de todas las personas que vivieron los hechos», suena sonrojante incluso en Mallorca. En vez de esgrimir un apoyo sin fisuras hacia la profesora a quien se asesina literalmente en las redes, «hemos abierto un proceso de investigación». Eso sí, «afianzando los valores de la escuela católica», religión que despunta históricamente por su pacifismo. O tal vez se refieren al capítulo en que Jesucristo expulsa a los mercaderes del templo.

Armengol solo se pronunció cuando era inevitable, pero al menos con nitidez y asumiendo el riesgo. Ciudadanos también «afianzó» su papel de extrema derecha de imitación. Se verifica así que la sociedad civil o religiosa no van a librar a Mallorca de los estragos ultraderechistas. Como mínimo, cabe esperar que las policías y fiscalías que fueron tan certeras y celosas al acusar y encarcelar al denominado Valtònyc, intervengan con el mismo pulso en esta ocasión, una vez que se han quedado sin trabajo tras la exaltación de Cursach. Y ahora, con su permiso, me voy a ver el partido de los multimillonarios de España. Nadie dijo que el patriotismo resultara barato.

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