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Caravana electoral

Hila y Martínez se proclaman alcaldes de Palma en solitario

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Debate electoral entre los candidatos al ayuntamiento de Palma B. Ramon

José Hila ganó por goleada el debate de la inminencia y la inmediatez, del ruido y el grafiti. Hilarante al estilo inmutable de Héctor de Miguel en Hora Veintipico, bromeó sin frivolizar, consiguió que se olvidaran misericordiosamente sus ocho años de alcalde y semialcalde de Palma. «Lo mismo decía Mateo Isern», le abofeteaba en la réplica sobre pactos al grandullón Jaime Martínez, «y ya no está aquí». Cuesta confesar que tal vez nos hayamos equivocado durante años. Con todo, la validez de este párrafo caduca hoy a mediodía. Se disolverá el hechizo, y las perspectivas del PSOE en Cort volverán a ser cenicientas.

La confesión que rehúyen los candidatos relevantes al Consell y a Cort es que «voy a ser la fuerza más votada, pero no presidiré esta institución». Verbigracia, Martínez, un hombre demasiado educado para los rodriguistas que le rodean, obligado a revisar continuamente los puñales por la espalda. El candidato sin lista propia refuta a la izquierda porque «entiendo que todos ustedes hablen de pactos», y a continuación lee el artículo que proclama alcalde al candidato más votado salvo alianzas. Es un gambito interesante para gobernar sin mayoría absoluta, pero también aquí funciona el retruécano de Hila. En los presupuestos que no logran aprobar los populares Martínez Almeida y Díaz Ayuso, ¿con quién vota Vox? En efecto, junto a las izquierdas más calenturientas.

Neus Truyol interviene aureolada por el halo de recién absuelta. Es la candidata más adulta, ¿la única?, tal vez ha aprendido a manejar con demasiada maña los resortes de la Administración. En cuanto el imperturbable Hila asegura rotundo que no compartirá la alcaldía con ningún socio, la candidata de Més se refiere sin desmentirle a que «quiero ser la alcaldesa de...».

Martínez refugia su triunfo al solitario en las encuestas, cuando no existe ni una sola que merezca más crédito que una bola de cristal. Tanto el aspirante popular, que desde luego encabeza la lista más votada, como el ayer ágil Hila se proclaman alcaldes a solas, sin compartir la vara. Suspiran por reverdecer el bipartidismo, se resisten a disolverse en alianzas con sus extremos. Quieren gobernar solos, y lo están más de lo que piensan.

Uno de los candidatos presentes en el debate aventaja en posibilidades de asumir la alcaldía a Martínez y a Hila. El generalísimo Fulgencio Coll mantiene la flexibilidad y la estampa de un militar a punto de incorporarse al frente ucraniano. Por desgracia, su discurso también parece castrense, como en «la dirección nacional impondrá su criterio» sobre los pactos. Cuesta escribir esto, pero se mostró muy inferior a Jorge Campos, ni siquiera acertó a articular con credibilidad el mantra de «queremos otro Castilla y León».

Lucía Muñoz ha de aprender a no leer en los debates, aunque ayer no hubiera superado en ningún caso a Hila, espléndido en interpretación y en improvisación. Enarbolar la bandera de Ciudadanos es tan duro que no se le puede pedir más a Eva Pomar, aunque los abucheos a excesos como «¿usted va a seguir llevando a la ciudad a la ruina?» demuestran que la parroquia no soporta ya ni un gramo adicional de sobreactuación. En fin, reproches y pactos, ninguna idea prometedora o provocadora sobre el modelo urbano. Pobre Palma.

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