El rescate llevado a cabo por la Guardia Civil se activó el sábado por la mañana, cuando se recibió un aviso de que una persona se había quedado atrapada en una de las paredes del Massanella, junto a un precipicio de treinta metros de altura y donde las rocas estaban cubiertas de nieve y hielo, muy resbaladizo.

Los rescatistas llegaron junto a él y comprobaron que no tenía lesiones, aunque sí mucho frío, por lo que le equiparon con prendas de sus propios uniformes y lo izaron con una grúa hasta el helicóptero.