Renato Zamfir llegó a Mallorca desde Rumanía hace cinco años. Los inicios fueron duros; la chatarra, su modus vivendi. Ahora tiene contrato en el sector de la construcción. Tiene un sueldo de 1.200 euros, «pero no encuentro ningún piso, piden tres meses por adelantado y además tendría que llevarme a mi madre conmigo, que vive en la barraca de al lado, porque no la voy a dejar sola, pero todo se hace más difícil», asegura.

La chabola la ha construido el propio Renato. La estructura es de madera, a partir de puertas y tablones recogidos de los contenedores. Renato asegura que cada vez menos pasan entidades sociales por el poblado. «Hace tiempo que no vienen, antes lo hacían como una vez al mes, pero ya no. Supongo que están saturados. Nos dijeron que nos ayudarían con una tarjeta de 200 euros para alimentos pero no hemos vuelto a saber nada», asegura.