Los hay que salían hundidos y entre lágrimas, tras despedirse de su reina para siempre. Una tristeza que más de uno describía con un nudo en la garganta. Pero merece la pena, como dicen algunos asistentes, levantarse a las 4 de la mañana y esperar varias horas de cola. Y es que la emoción se expresa con la mano en el pecho o con el silencio abrumador en la kilométrica fila de devotos monárquicos que no se ha interrumpido ni durante la noche. En el interior de la catedral de Edimburgo, uno de los momentos más solemnes fue éste de la vigilia. El rey Carlos y sus hermanos protagonizaron esta guardia simbólica ante el féretro de la monarca que esta tarde será trasladado a Londres. El soberano ha sido ovacionado hoy a su llegada a la capital de Irlanda del Norte. Y allí se reunirá por primera vez con los gobernantes católicos del Sin Fein, los herederos políticos de extinto Ira, cuyos terroristas asesinaron entre otros, al tío favorito del Rey Carlos, Lord Mountbatten.