Aparte de algún votante, lo que llama la atención de estas legislativas en Alemania es cómo están envueltas por la pandemia y el suspense. Porque cuatro de cada diez electores han preferido votar por correo; y porque cero de cada diez analistas se atreven a aventuran con quienes se apoyará el futuro canciller. Con las encuestas apretadas como nunca, el conservador Armin Laschet ha desperdiciado su propio voto, anulado al mostrarlo públicamente con su papeleta doblada al revés. Laschet y el socialdemócrata Olaf Scholz aspiran a suceder a Angela Merkel. Hoy ambos se han mostrado confiados en formar gobierno. Siempre, en cualquier caso, con otras dos fuerzas, dada la fragmentación. La que pudo ser la tercera en discordia, la ecologista Annalena Baerbock se ha descolgado en la recta final. Eso sí, puede ser tentada por derecha e izquierda, al igual que el liberal Christian Lindner. Entre las combinaciones, incluidas de nuevo la gran coalición más un tercer socio, está también, aunque remota, la del SPD, los Verdes y el partido La Izquierda. Sin embargo, dado el cordón sanitario a la ultraderecha, se queda fuera de cualquier quiniela Alternativa para Alemania, que, aunque en retroceso, aspira a consolidarse como tercera fuerza.