Pablo Casado aparece últimamente tan rodeado de vacas que cuesta identificarlo en medio del rebaño. Vaya el ganado por lo perdido, porque las reses le escuchan en los mitines con más atención que los espectadores meramente humanos. El grado de compenetración entre Casado y las vacas es tan intenso, que era a todas luces incomprensible que no pudieran votarle.