La pandemia ha servido para descubrir la existencia de colectivos tan esenciales que nadie tenía noticia de ellos. Por ejemplo, ante el trabajo esencial del obispo de Mallorca, que se ha vacunado por dos veces antes que la inmensa mayoría de sus feligreses por una, la Conferencia Episcopal no solo lo mantiene en el cargo, sino que los prelados exigen vacunarse de inmediato porque aseguran estar en la primera línea contra Satanás.