Tras unas temporadas entregada a la fantasía, como revulsivo al chandalismo pandémico, varias colecciones del próximo otoño-invierno mostradas en la Ciudad de la Luz apuntan a un lugar intermedio, más sosegado y pragmático. Como The Row, la aplaudida y carísima marca de las gemelas Olsen -otrora niñas prodigio de la serie Padres forzosos- que se abrió paso en el lujo abrazando los buenos básicos y excelentes materiales (ese cashmere) y que ahora introduce elementos sofisticados como capuchas o guantes de ópera.

Hermès, con su directora creativa, Nadège Vanhee-Cybulski, es valor seguro: apuesta por looks monocromos, bermudas o faldas midi y mini. La australiana Zimmermann, escogida por vips como la popular Tamara Falcó desde su desembarco el año pasado en España, sigue su línea romántica, añadiendo toques más urbanos, como algún maxi blazer, pieza omnipresente en casi todos los shows. Porque lo maxi, de tamaño desmesurado, tanto en ropa como en bolsos, será una apuesta segura; así como su opuesto, las minis, popularizadas hace temporadas por Miu Miu. De hecho, en el show que cerró esta fashion week, Miuccia Prada combinó en su segunda línea enormes cazadoras con braguitas (el llamado no pants) clausurando el espectáculo con unas hiperlujosas de pedrería.

Dries Van Noten mezcla tejidos dispares en un encomiable ejercicio sartorial; y Victoria Beckham, otra elegantona, que parece haber reflotado su empresa tras un bache económico, introduce una pincelada de excentricidad. No en vano se inspira en la prima de Jackie Onassis, Little Edie. En el front row, su familia al completo (excepto su hijo Romeo) garantizando la repercusión que (casi) todo creador persigue.

Los invitados famosos siempre acaparan noticias, y estas jornadas las inauguró Dior con muchas caras célebres, desde la imponente Charlize Theron hasta la bella Stella Banderas Griffith. La directora creativa de mujer de dicha enseña, Maria Grazia Chiuri, que presentó en pasarela un paralelismo entre los años 50 y nuestros días, captó además la atención con una epatante escenografía obra de la artista Joana Vasconcelos.

La actriz española Ana de Armas luce radiante en el desfile de Louis Vuitton. © FOTOCORTESÍA DE LOUIS VUITTON

Louis Vuitton reclutó, entre otros, a la española nominada al Oscar Ana de Armas, a la actriz californiana Zendaya y a Pharrell Williams, nuevo director creativo de la línea masculina de Vuitton, tras la muerte de Virgil Abloh hace más de un año. El desfile dejó patente la destreza de su autor, Nicolas Ghesquière, para jugar con los volúmenes y las estructuras poderosas, muy artys, y estuvo salpicado de accesorios llamativos, como unas gafas con luz o un bolso con forma de casa.

Penélope Cruz, ataviada con minifalda, desafió el frío polar y la huelga general de transportes (que generó en el tráfico parisino aún más caos que de costumbre) para llegar al show de Chanel en el Grand Palais Efímero el último día de la Semana de la Moda de París. Junto a Carlota Casiraghi o Patti Smith aplaudió las propuestas de Virginie Viard, que cuajó sus looks de la flor de Chanel, la camelia, y echó mano de inspiración ecuestre para ofrecer bombachos y asimetrías, en propuestas gobernadas por el blanco y negro con contadas concesiones al rosa.

La oscarizada Penélope Cruz en el desfile de Chanel. © FOTOCORTESÍA DE CHANEL

Los castings de modelos también dan que hablar; Naomi Campbell abriendo el de Alexander McQueen; las tops de los 2000 (Irina Shayk, Jessica Stam) en Isabel Marant; y la diversidad por bandera apuntalando el debut de Harris Reed al frente de Nina Ricci, un show que inauguró la top curvy negra Precious Lee para dar paso a un cast interracial, fluido y de tallas no normativas, luciendo creaciones de inspiración queer confeccionadas con materiales propios de la Alta Costura.

El lunes nos desayunamos con Stella McCartney, desde sus orígenes comprometida con la sostenibilidad. La británica presentó una colección confeccionada con materiales respetuosos con el medio ambiente sobre unas modelos que pasearon entre varios caballos que realizaban piruetas a su alrededor, en un show que hacía honor a esta palabra, sorprendente, único y bellísimo.

En la puesta en escena de Balenciaga reinó la austeridad. Igualmente, todos los ojos estaban puestos en Demna Gvasalia tras la polémica por su escandalosa campaña. "En los dos últimos meses necesitaba buscar refugio para retomar mi idilio con la moda, e instintivamente lo encontré en el proceso de creación de ropa", reconocía el diseñador de la firma en un escrito. Ofreció mangas larguísimas, prendas oversize y una mirada al Balenciaga primigenio, agitando en una coctelera historia y ese futurismo tan suyo.

Aunque el premio a la viralidad, por segunda edición consecutiva, va para Coperni. Tras epatar pintando con aerosol un vestido sobre Bella Hadid, este año el dúo ha recurrido al perro robot de Boston Dynamics que interactuaba con las modelos (como Lila Moss, hijísima de Kate) para reflexionar sobre la relación entre el hombre y la tecnología. Bien es cierto que los Coperni ya reinaban con su bolsito ovalado en instagram. Los accesorios son carne de like y Jonathan Anderson, al frente de Loewe, lleva tiempo regalándonos tacones surrealistas, con huevos pisados o compuestos por globos. En este show presentó unos mocasines que harán las delicias de su intelectual clienta, como lo hiciera el bolso Puzzle. Parémonos un momento para recrearnos en el hecho de que Loewe siga fabricando todos sus bolsos en nuestro país.

La directora creativa de Dior Mujer, Maria Grazia Chiuri, con Stella Banderas Griffith, en el desfile de la casa francesa. © © PIERRE MOUTON

Y ya que hablamos de España, hagámoslo de Paco Rabanne. Su sucesor, Julien Dossena, le rindió tributo en el primer desfile tras la muerte del diseñador, no sólo sacando a la palestra vestidos metalizados, seña de la casa, sino también rememorando su amistad con Dalí. Lo hacía a través a cuatro pinturas del genio, recreadas en sendos vestidos, gracias a una alianza con la Fundación Gala-Salvador Dalí. Legado es, realmente, un concepto presente en el proceso de creación, y más cuando un diseñador acaba de dejarnos.

El desfile de Westwood, finada en diciembre, lo firmó su exmarido, Andreas Kronthaler, y estuvo salpicado de camisetas con la cara de Vivienne Westwood y clausurado por su nieta, Cora Corré, quien lució un vestido de novia con el clásico escote popularizado por la reina del punk. Ibrahim Kamara recordaba a Virgil Abloh desde su marca, Off-White, con un desfile que aunaba dos de sus pasiones: África (Sierra Leona) y el futuro (la pasarela evocaba un viaje espacial); y Olivier Rousteing, que lleva años capitaneando Balmain, bebía del original para entregarse a una elegancia chic parisina.