De forma general se entiende que si alguien quiere tener un animal que le dé cariño debe adoptar un perro. Aunque en muchas ocasiones los gatos pueden ser muy ariscos, lo cierto es que cada vez son más cariñosos.

Al parecer, con el tiempo, muchos de ellos se han convertido en animales que muestran afecto y que viven con otras mascotas sin ningún problema. Lo cierto es que esto tiene una explicación científica y está relacionado con el comportamiento que tenemos con ellos.

La clave está en el periodo de socialización

Tanto los perros como los gatos cuentan con un periodo llamado "de socialización" donde desarrollan las conexiones cerebrales y que va desde las dos a las nueve semanas, tal como nos explica Mireia Berenguer, una especialista en conducta felina.

Este periodo es clave para que el gato desarrolle su futuro carácter, de forma que si queremos un animal con el que poder convivir sin problemas, tendremos que esforzarnos para que ese tiempo sea de lo más agradable.

El contacto positivo es imprescindible

Durante la etapa de socialización tenemos que hacer lo posible para que los felinos estén expuestos a estímulos controlados variados sin que les suponga ningún tipo de estrés. Tenemos que tocarles, acariciarles... pero siempre en periodos cortos de tiempo y en zonas que les resulten agradables como la cabeza. No les abrumes con las muestras de cariño como los abrazos o los besos, será perjudicial para el futuro.

Es importante, también, que estén en contacto con niños, perros, otros adultos e incluso otros animales con los que vaya a convivir, como son los pájaros. Siempre controlando la situación, ya que lo último que queremos es que salga herido.

Si conseguimos que todos los estímulos sean positivos en esas semanas, el resultado será un animal que no presentará problemas de convivencia y una mascota ideal, aunque siempre sabiendo que como gato que es, su comportamiento difiere del de los perros.