Una planta siempre da vida a la casa, aporta colores verdes y frescos, nos ayuda a tener un rincón de naturaleza en nuestro piso de la ciudad.

Cuando las compramos, a no ser que seamos unos expertos jardineros, solemos ir a por la más fácil de cuidar, como un potus o una suculenta.

Aun así, te informas, aprendes a cuidarla, pero un día te despiertas y se ha puesto amarilla. Antes de entrar en pánico y tirarla directamente a la basura, te explicamos cuáles son los síntomas y qué remedios poner para salvar las plantas que estén enfermas.

¿Por qué tiene las hojas amarillas?

El color amarillo en las hojas de las plantas tiene un nombre: clorosis. Esto ocurre cuando a la hoja le falta clorofila, que es el nutriente que fabrica la planta para alimentarse y el responsable del color de la planta.

El problema es que al no haber suficiente clorofila, no ocurrirá la fotosíntesis de forma adecuada, y la hoja se secará y caerá. Además, una hoja con clorosis es más susceptible a las plagas y si no se soluciona, podría morir.

Clorosis, causa de muerte para las plantas INGIMAGE

La clorosis puede ocurrir por diversas causas, así que tendrás que revisar tu planta y descubrir cuál de todas aplica: 

  • Riego inadecuado

Si casi todas las hojas de tu planta han adquirido un color amarillo intenso, parejo en toda la superficie, probablemente te estés pasando con el agua.

Si has regado tal cual te han recomendado para tu tipo de planta, puede ser que el sustrato no esté drenando bien y se esté formando lodo. Hay una manera muy sencilla de revisar esto: toca la tierra con tus manos: si la tierra está muy húmeda, no se mueve, sino que está apelmazada, formando lodo, quiere decir que no tiene buen drenaje. 

Por otra parte, si la tierra está seca y tu planta está amarilla de forma dispareja, puede que no esté recibiendo suficiente agua. Cuando esto ocurre, la planta se deshace de las hojas para evitar la transpiración y ahorrar la poca agua que recibe. 

  • Problemas de iluminación

Para hacer la fotosíntesis, la planta requiere la luz solar. Si está en una zona con demasiada sombra para su especie, notarás que las hojas que están en la parte más oscura se tornan de un amarillo muy pálido, casi blanco.

Ahora, el exceso de luz también puede ser perjudicial para cierto tipo de plantas que se cultivan en la sombra o semi-sombra. Un ejemplo de esto ocurre con las hojas de zamioculcas y kalanchoe daigremontiana, que se tornan amarillas si las dejas al sol directo.

  • Falta de hierro

Si el sustrato donde está sembrada la planta tiene un PH incompatible con las necesidades de la planta, puede que la absorción del hierro se vea afectada y se produce la clorosis férrica.

Notarás este problema al revisar la hoja, que se pondrá amarilla, pero los nervios permanecerán verdes. Este problema es típico de plantas acidófilas, como los rododendros, azalea, camelias y hortensias. 

  • Falta de nitrógeno

Los principales compuestos que absorben las plantas para sintetizar su sustento son el fósforo, potasio y nitrógeno. El nitrógeno potencia el color verde de las hojas, además contribuye al crecimiento. El fósforo y el potasio, sin embargo, actúan directamente en las raíces y la floración de la planta.

Esto puede observarse en la costilla de adán, planta del maíz y hasta en los potos cuando han pasado demasiado tiempo en la misma maceta, que comienza a quedar pequeña y el sustrato ha agotado todos los nutrientes. 

  • Plagas de nematodos y otros

Los nematodos son unos gusanos microscópicos (unos 0,2 mm) que se adhieren a las raíces, interrumpiendo el transporte de nutrientes. Es muy difícil saber si una planta está siendo atacada por estos molestos bichos, sobre todo si está sembrada directamente en el suelo. La planta se pone débil, pierde las hojas, que se tornan amarillas. Es más común en frutales y plantas bulbosas. 

Otras infecciones víricas pueden atacar tu planta. Si ves manchas amarillas, tallos deformados, hojas maltrechas y flores descoloridas, puedes estar frente a una planta enferma. En este caso lo más recomendable es tratarla con un fungicida o descartarla, si la ves muy mal. Esto como medida de prevención, pues esto puede transmitirse a otras plantas.

¿Cómo lo soluciono? 

  • Si el problema es de riego

Rectifica los patrones de riego, a ver si el problema es que estás regando de más o menos. En caso contrario, hay que revisar el sustrato. Para plantas pequeñas o en macetas, revisa que estés utilizando el tipo de sustrato adecuado para la planta y añade gravilla en el fondo, para facilitar el drenado.

Verifica que los agujeros de drenaje no estén obstruidos. También es posible mezclar la tierra con un poco de arena de río para mejorar su permeabilidad. 

  • Si el problema es de iluminación

Revisa las condiciones ideales para tu tipo de planta. Las plantas mucho sol no pueden estar a la sombra, así que muévelas a un lugar más soleado. Las de sombra no deben recibir los rayos directos del sol, también debes reubicarlas. 

  • Si el problema es clorosis férrica

En este caso hay que equilibrar el sustrato de la planta. Puedes adquirir quelato de hierro, un polvo que puedes añadir a la tierra, o buscar un abono específico para el tipo de plantas que requieren un PH más ácido. 

  • Si es falta de nitrógeno u otros nutrientes

Necesitas un abono específico o pastillas de nitrógeno, que se entierran en el sustrato antes de regar, será suficiente para reponer los nutrientes del sustrato. En caso de que la planta haya crecido y veas las raíces sobresalir, es imprescindible hacer un trasplante a una maceta con más espacio.

No olvides abonar con regularidad para evitar este problema.