El capitán Antonio Cabello, el oficial de mayor rango acusado de la muerte del legionario Mallorquín Alejandro Jiménez tras recibir un disparo durante unas maniobras en Alicante, apoyó la tesis defendida el pasado martes por el sargento Saúl Guil, en el sentido de que el proyectil que alcanzó al joven en el pecho era una bala rebotada. El capitán apuntó que había visto «numerosas heridas de bala» en distintos destinos y ejercicios, y que la que sufrió el soldado fallecido «no era un tiro directo». En el juicio, celebrado en el Tribunal Militar de Sevilla, han declarado también los dos tenientes acusados, Ricardo Sosa y Ricardo Gascón. El primero no pudo precisar dónde finalizaron el ejercicio sus hombres, mientras que el segundo, que comandaba el otro pelotón, sostuvo que se aseguró de no disparasen en oblicuo, precisamente para evitar que un proyectil rebotado pudiera alcanzar a otros soldados.

El Tribunal Territorial Militar Segundo, con sede en Sevilla, celebró ayer la segunda jornada del juicio por la muerte de un disparo de fusil del legionario mallorquín Alejandro Jiménez Cruz, de 21 años, durante un ejercicio de la brigada de la Legión con base en Almería, desarrollado en marzo de 2019 en el campo de maniobras de Agost (Alicante). Ayer terminaron de declarar los ocho acusados: un sargento, un capitán, dos tenientes, un cabo y tres soldados, si bien el fiscal acusa solo al suboficial, presunto autor del disparo, y a los oficiales, por las presuntas irregularidades y maniobras para esconderlo.

El capitán al que se le imputan delitos de deslealtad, abuso de poder y obstrucción a la justicia, manifestó que fueron sus tenientes y no él mismo quienes decidieron que los dos pelotones hicieran las prácticas de tiro de forma simultánea, algo que, ha recalcado, «está contemplado en la normativa», aunque reconoció el «riesgo» que supone. Añadió que, con objeto de «proteger legalmente» a sus subordinados, dijo que se encontraba en el campo de tiro cuando sucedieron los hechos, aunque realmente no estaba allí. Respecto al disparo que ocasionó la muerte a Alejandro Jiménez, se sumó a la idea expresada por el sargento, en el sentido de que se trató de «un rebote». Señaló que en su trayectoria profesional había visto «multitud de heridas de bala» en distintos ejercicios y la que sufrió el soldado fallecido «no era un tiro directo».

La jornada de ayer comenzó con la declaración del teniente Ricardo Gascó, que corroboró que tras «el accidente», él consideraba que el soldado alcanzado por un disparo había sido víctima del «rebote» de una bala.

«Era la opción más probable», aseguró, rememorando que el capitán Cabello le ordenó redactar «un informe» sobre lo acontecido, pues él era responsable de «una parte del ejercicio», y que nunca sintió o pensó que para elaborar documento tuviese que mentir o alterar los hechos para encubrir a nadie.

También negó haber escuchado que el capitán Cabello hubiese instruido a los efectivos para que, ante los investigadores de la Guardia Civil, manifestasen que sus posiciones de tiro en el momento del incidente estaban «cuatro o cinco metros más abajo» respecto al lugar real.

La jornada de ayer finalizó con la declaración de un cabo y tres legionarios acusados. La vista se reanudará la semana que viene con los testimonios de los forenses, los agentes de la Guardia Civil que llevaron a cabo la investigación, y los expertos del Departamento de Balística de la Guardia Civil que determinaron que el proyectil que mató a Alejandro partió del fusil del sargento.