«Te vamos a matar a ti, a tu mujer y a tu hijo», amenazó uno de los okupas al presidente de la comunidad y al dueño de un bar cercano mientras, con los dedos, simulaba que le disparaba a ambos con una pistola. Esta es una de las amenazas que padecieron los residentes en la avenida de Sant Ferran a manos de uno de los okupas de la antigua sucursal bancaria durate casi un año de permanencia en el lugar.

Una inmensa sensación de alivio se instaló ayer entre los vecinos de la avenida Sant Ferran. La colocación de una puerta blindada en la puerta de la antigua sucursal bancaria, la tarde del pasado martes, por decisión de los propietarios puso fin a su calvario y a la continua inseguridad que habían padecido durante todo este tiempo.

«La Nochevieja del año pasado ya estaban. Colocaron un cable que salía de nuestra casa y de ahí sacaban la electricidad para la luz. Tuvimos que arrancar el cable. También engancharon el agua», apuntó una vecina de un inmueble colindante.

La ausencia de ese foco de conflictividad junto a su domicilio todavía lo contemplaban con incredulidad. «¡Todavía no me lo creo!», recalcó mientras esbozaba una incontenible sonrisa. En el mismo sentido, otra residente en la zona expresa su satisfacción por que se hubiera puesto fin a su pesadilla cotidiana. «¡Estoy muy feliz!», exclamó.

«Hemos empezado a recuperar la calma que nos hacía falta desde había un año. Era un calvario muy difícil de llevar», recalcó ayer Francisco, el presidente de la comunidad.

Una mujer pasa, ayer, ante la puerta blindada de la antigua sucursal bancaria de Sant Ferran. | B.RAMON

Un okupa arrepentido

El comportamiento hostil de estos okupas había trastocado por completo la normal convivencia en el edificio de al lado. «Al inicio estuvieron a punto de provocar un incendio. Hicieron una hoguera en el patio y metieron dentro en una carretilla», indicó Francsico. «Tuvimos que llamar varias veces a Gesa por los enganches que hacían en nuestro contador. Las fiestas de fin de semana duraban hasta tres días», prosiguió. El presidente también denunció el «consumo de drogas». «Escondían a menores que se fugaban de centros de acogida», abundó.

Un okupa colombiano se acercó ayer a la casa con la intención de recoger un patinete y se mostró arrepentido. «Nos teníamos que haber ido antes. Entiendo a los vecinos».