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Investigación

La plantilla del CSIC urge otro protocolo ante el acoso sexual: “No era humor sarcástico”

Al menos una denuncia múltiple contra un tripulante, pendiente de respuesta oficial año y medio después

Piden un “cambio profundo”: “Lo de Carmen no ha cambiado nada”

El buque García del Cid. ASTILLEROS RÍA DE AVILÉS

La desaparición en septiembre de Carmen Fernández, tripulante a bordo del oceanográfico en el que había denunciado una agresión sexual, el García del Cid, ha aflorado al plano mediático una situación “inadmisible”, como ha admitido la propia presidenta del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Eloísa del Pino. “En los últimos cinco años hemos tenido tres denuncias de acoso de media por año”, dijo por escrito a la plantilla. La institución ha reconocido haber cursado 12 casos desde 2019, cifra que la diputada de Esquerra Republicana (ERC) Pilar Valluguera ha elevado, en sede parlamentaria, hasta la veintena. “Es importante el hecho de que [la desaparición de Carmen] haya hecho aflorar una situación en la que las denuncias no se tramitan suficientemente rápido”, o incluso que no obtienen respuesta del CSIC, “con silencio administrativo”, clamó la nacionalista. De ahí que plantilla de la entidad, referencia global en investigación, reivindique un “cambio profundo” con nuevos protocolos que protejan a las denunciantes. “No pueden justificarlo ni quitarle importancia”, clama una de las empleadas que han contactado con Faro de Vigo, del mismo grupo editorial. Al menos una denuncia de varias mujeres contra el tripulante de un buque –este periódico ha optado por omitir datos concretos, en favor de las afectadas– no ha obtenido respuesta formal en casi año y medio: se presentó en diciembre del año 2022.

Apuntan fuentes conocedoras de este caso de acoso múltiple, que se abordó tanto por el Comité de Igualdad del CSIC como a la Comisión Delegada de Igualdad (de mayor rango, en la que también participan los sindicatos CC OO, UGT, CSIF y CIG), que a las denunciantes se les trasladó que los comentarios del varón obedecían a un “humor sarcástico”. A estas mujeres les sucedió, de inicio, lo que la diputada Valluguera también mencionó en la Cámara baja: habían informado a sus superiores de las situaciones de acoso –el tripulante incluso iba desnudo por el barco–, pero lo habían hecho en un “formulario que no era”. Se les dijo “tenéis que disculparlo” o “tranquilas, ya le han reñido”. No fue hasta que elevaron su situación a la cúpula del CSIC, de manera directa, hasta que ese trabajador quedó al margen de la campaña oceanográfica (primavera de 2023) en la que iba a volver a coincidir con las denunciantes. Pero es que no llegó a ser cesado. “Como no sabemos qué pasó con la denuncia, porque nadie nos ha respondido, es posible que vuelvan a trabajar con él”. Les consta que, a efectos administrativos, el hombre que les soltaba “os voy a poner una cosa que se os van a quitar las ganas de venir a bordo” (era un vídeo sexual de un youtuber) sigue adscrito al buque en cuestión.

“Puertas abiertas”

Dentro de la plantilla se reconoce una “intención clara”, por parte de algunos cargos, de “cambiar las cosas. Pero es que parece que no saben qué hacer con las denuncias por acoso. Un jefe de campaña no sabe qué hacer, no puede ocurrírsele solo que la solución sea bajar a la mujer del barco”. “Nos han mandado una guía para que dejemos las puertas abiertas en las entrevistas. Eso no es un protocolo contra el acoso”, expone una empleada.

Tanto en el CSIC como en el Instituto Español de Oceanografía (IEO), que depende orgánicamente del primero, hay un lamento unánime: “Parece que querían hacer algo después de lo de Carmen, pero no hemos avanzado en nada”. El caso de esta mujer, de 43 años y con tres hijos, está todavía pendiente de que la Audiencia Provincial de Valencia admita a trámite el recurso de la familia después de que en Primera Instancia se le diese carpetazo. Su cadáver nunca apareció, pero no se tomó declaración a los 16 tripulantes del García del Cid ni se requirieron las imágenes de cubierta. Había pedido no embarcar en este buque, de apenas 37 metros de eslora, porque allí denunció haber sufrido la agresión sexual por otro tripulante. El CSIC no se lo permitió, incumpliendo, como demostró Faro de Vigo, tanto su propio protocolo como el convenio colectivo de la embarcación.

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