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Investigación

El pederasta de la hípica de Arenys de Munt actuó antes en Llavaneres (Barcelona)

En 2015, los Mossos identificaron a Luixi en este municipio barcelonés por montar en su casa una fiesta con menores

Imagen de archivo.

"Ahora sé que es una mala persona, pero cuando lo conocí creía que era alguien especial", dice uno de los socios a quien enredó para montar el Centre Natural Eqüestre L’Espiga, la hípica de Arenys de Munt (Barcelona) en la que Lluís P.G., más conocido como 'Luixi', ha agredido sexualmente a siete menores. Poseer su propio centro de equitación era su sueño. Que lo consiguiera ha sido una pesadilla para muchas familias. Sin estudios y sin dinero, logró el dinero necesario para comprar la finca en Arenys de Munt (Barcelona) haciendo lo que mejor se le da: manipular a menores de edad.

En Llavaneres, Luixi trabajó en una tienda de golosinas

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Para explicar el origen de L’Espiga hay que retroceder unos cuantos años antes de su inauguración, que fue en 2017, y desplazarse unos diez kilómetros al sur de la comarca, hasta Sant Andreu de Llavaneres, un pueblo en el que Luixi se instaló entre 2014 y 2017. Nacido en Fogars del Monclús, con familia en Sant Celoni y un currículum salpicado de empleos no cualificados en la construcción, Luixi no tenía formación académica y acababa de cumplir los 30 años.

Según todas las fuentes consultadas, vecinos y amigos personales, Luixi tuvo dos trabajos en Llavaneres: de camarero en el bar y de empleado en una tienda de golosinas. Aquel segundo trabajo le permitió estar rodeado de menores. Luixi presumía de ser para ellos un adulto de confianza al que acudían a pedir consejo.

El precedente

Algunos padres lo detectaron como una amenaza en 2015 cuando descubrieron que había montado una fiesta en su casa para un grupo de niñas. Luixi rebajaría en el futuro aquel episodio a un simple malentendido. No es cierto. El asunto fue grave porque las familias llegaron a contactar con los Mossos d’Esquadra y los agentes identificaron a Luixi, según las fuentes consultadas por EL PERIÓDICO, del grupo Prensa Ibérica.

En esa época, tenía una novia que era profesora de equitación en el Royal Horse Club, la hípica del pueblo, en la que Luixi recibió algunas clases e intimó demasiado con alumnas de su pareja. Una de las siete denuncias atañe a hechos ocurridos en 2016 en Llavaneres. Luixi frecuentó durante esos años un equipo de fútbol de veteranos, donde lo recuerdan como un jugador acelerado, y también un equipo de balonmano, donde trabó amistad con dos chicos que estaban todavía en Bachillerato y resultan fundamentales en esta historia. “Cuando te hablaba, te convencía”, explica uno de ellos.

L'Espiga

Luixi habló a los dos jóvenes de su pasión por los caballos y de la doma natural en la que creía, un adiestramiento distinto de la equitación clásica que no respetaba a los caballos, y también de que algún día montaría su propio centro según esa filosofía.

Los deslumbró hasta el punto de que ambos pidieron dinero a sus respectivas familias y reformaron una finca que Luixi había encontrado a las afueras de Arenys de Munt.

"No paró de trabajar en ese centro. Era su vida. No quería hacer otra cosa que estar en L’Espiga. Ni siquiera los domingos aceptaba quedar para tomarse algo", recuerda un amigo de Llavaneres que siguió en contacto con Luixi cuando se marchó a Arenys de Munt y que cree que esa obstinación con la hípica provocó la ruptura con su novia. L’Espiga comenzó a llenarse de alumnos que acudían a tomar clases de doma natural y que lo idealizaron como sucedió en la tienda de golosinas. El Ayuntamiento de Arenys de Munt le concedió un premio por emprendedor.

Los chicos de Llavaneres habían puesto el dinero, pero mandaba Luigi. "Si no se hacían las cosas como él quería, nos abroncaba", recuerda uno de ellos. No había ni rastro del tipo encantador con el que compartieron vestuario en el equipo de balonmano. Luixi era un tipo colérico que gritaba y que incluso golpeaba a los caballos. "A mí me intimidaba tanto que aprendí a hacerlo todo como el quería", admite.

Los dos socios se rindieron, dieron por perdido el dinero de sus familias y dejaron la hípica en sus manos. Pero se marcharon, subraya esta fuente, ignorando lo que Luixi hacía con algunas alumnas a las que encumbraba como monitoras de L’Espiga.

Antes de la pandemia, ya sin novia y sin socios, Luixi arrastró una caravana hasta L’Espiga y se instaló a vivir en la finca. Como hacía en la tienda de golosinas de Llavaneres, se rodeó de menores a los que dominaba. Según los testigos consultados por este diario, Luixi convirtió poco a poco aquella hípica en algo parecido a una secta. Manipuló a los padres para que le confiaran a sus hijas. Y manipuló a las hijas, para que se callaran que las golpeaba, insultaba y agredía sexualmente.

Según la Generalitat, L’Espiga dispone de licencia de explotación ganadera desde 2013, aunque no está a su nombre. Durante siete años, Luixi ha operado por debajo del radar de las administraciones: trabajando en negro y traicionando a las familias que creían, al igual que los dos jóvenes de Llavaneres, que era especial. "No lo es. Es alguien que se aprovecha de las personas".

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