La Guardia Civil aprovechó una denuncia presentada ante el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) por un vertido de escombros en la finca cercana al lugar donde desapareció Malén Ortiz en diciembre de 2013 para rastrear el lugar en busca de cualquier nueva pista que pudiera aportar luz al caso. A tal efecto se solicitó la intervención de un grupo especial de guías caninos con perros especializados en la localización de restos humanos. Tras dos días de intenso trabajo, en el que un numeroso grupo de guardias inspeccionó la zona y abrió varias zanjas con una excavadora, la operación se dio por finalizada sin resultado.

La investigación sobre la desaparición de la adolescente de quince años, que no ha vuelto a ser vista desde la tarde del 2 de diciembre de 2013, cuando bajó del autobús y se dirigía en patinete a la casa de su novio en sa Porrassa, en Calvià, no se ha cerrado nunca. Durante los últimos nueve años los agentes del Grupo de Homicidios de la Guardia Civil han realizado numerosas gestiones, y han vuelto a revisar una y otra vez el caso desde el principio por si había algún detalle que habían pasado por alto.

Una de las líneas de investigación, que se trabajó en las primeras semanas tras la desaparición, apuntaba a un anciano, al parecer con un trastorno mental, que tenía una caseta en la zona, muy cerca de una cuadra de caballos, a apenas un kilómetro del lugar de la desaparición. Esta caseta fue en su día inspeccionada al milímetro, también con perros adiestrados en la búsqueda de restos humanos, y el hombre fue interrogado varias veces, sin resultado.

Los guardias abrieron grandes zanjas en la finca. | EFE

Recientemente el Seprona recibió una denuncia por un vertido ilegal de escombros en la finca donde están las cuadras, y la Guardia Civil decidió aprovechar la inspección que debían realizar los agentes para reactivar la búsqueda de pistas del caso Malén.

Desde la Comandancia de Palma se solicitó la intervención de un grupo especial de perros adiestrados en la búsqueda de restos humanos, que se desplazaron expresamente desde Madrid.

Estos animales reciben un entrenamiento especial que les permite distinguir el rastro de restos de personas de los de animales. Tres guías caninos con sus perros participaron en la búsqueda en la finca de sa Porrassa durante el lunes y el martes. Los agentes utilizaron enormes brocas para abrir agujeros en el terreno, para que los perros pudieran detectar el olor del subsuelo.

Al mismo tiempo utilizaron una excavadora, con la que abrieron grandes zanjas en los puntos donde se podrían haber realizado enterramientos. Tras dos días de trabajo, la búsqueda se suspendió sin que hubiera aparecido ningún hallazgo.