Estaba tranquilamente en el salón de su casa cuando observó que uno de los altavoces de música emitía un reflejo azul. Le resultó extraño y se levantó para saber el porqué sin imaginarse lo que iba a encontrar en su interior. Levantó la tapa y observó que en su interior estaba el móvil del que fue su expareja y de quien se separó por los malos tratos que sufría. Le denunció por espiarla y ahora ha conseguido que le condenen.

La magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 9 de Zaragoza condenó al hombre a dos años y medio de prisión por un delito de descubrimiento y revelación de secretos; 15 días de trabajos en beneficio de la comunidad por un delito leve de vejaciones y otros 31 días de trabajos en beneficio de la comunidad por un delito de lesiones leves/maltrato en el ámbito de violencia de género.

Todo se remonta al año 2019 cuando la relación de pareja fue deteriorándose. El acusado con ánimo de menospreciar a su pareja le profería, en el domicilio familiar y en presencia de su hijo, expresiones tales como: "Hija de puta, o follamos o me traeré otra", "desgraciada", "mantenida", "ladrona", "aprovechada"...

Harta de esta situación, el y ella firmaron un pacto de relaciones familiares para regular la guarda y custodia, régimen de visitas y pensión de alimentos del hijo común menor de edad. En la sentencia, el juez atribuyó la vivienda familiar a la mujer y al niño.

Antes de abandonar el domicilio que fuera común, con ánimo de inmiscuirse en la intimidad de la mujer y tener conocimiento de sus actos, introdujo, sin conocimiento ni consentimiento de esta, en uno de los altavoces ubicados en el salón del domicilio familiar, un teléfono móvil que tenía instalada la aplicación Alfred Cámera que grababa imagen y audio de lo que acontecía en esa habitación. El ahora condenado lo instaló con un sistema de carga con cables para mantenerlo encendido y conectado a la wifi del domicilio.

Al ser descubierto, el hombre le mandó un Whatsapp, diciéndole que le devolviera el móvil con el que la estaba espiando. Se llegó a personar en la vivienda a recogerlo, así como los altavoces, pues ahora los quería él.

Una situación que esta mujer no dudó ni un segundo en denunciar y parar los pies a un maltratador que demostró una de las principales características de la violencia machista: el control. Asistida por el letrado Armando Martínez, lo puso en conocimiento de la Unidad de Delitos Tecnológicos de la Jefatura Superior de Policía de Aragón que realizó un análisis del terminal y comprobaron que había vídeos en los que se podía ver y escuchar a la mujer.

Una prueba que, unida a la de los testigos de las vejaciones, ha conllevado dicha condena a este maltratador zaragozano.