La vida de María Fuster, de 61 años, cambió en cuestión de un segundo. El pasado jueves por la tarde, cuando salía de una tienda de la calle Francesc Fiol i Juan, cerca de s’Escorxador, en Palma, fue arrollada por un joven que iba en patinete por la acera. El vehículo le golpeó en la parte baja de la pierna. Cayó al suelo y ya no pudo levantarse. «Tenía el pie completamente torcido», recuerda. En Son Espases le confirmaron el peor pronóstico, tres fracturas en tibia y peroné. Ayer permanecía en el hospital, pendiente de que la operasen para colocarle una placa con tornillos. Ya le han avanzado que tardará varios meses en volver a andar. «Me han dicho que tendré que tener mucho cuidado y no apoyar el pie. Tendré que ir en silla de ruedas».

María no oculta su indignación por la forma en la que ocurrió el accidente. «Yo salía de una tienda de ropa en la calle Francesc Fiol i Juan, y me embistió un chico que iba en un patinete eléctrico a toda velocidad por la acera», explica. El vehículo le golpeó un poco por encima del tobillo y la mujer cayó al suelo. «Cuando intenté levantarme, ya no pude, y me di cuenta de que tenía el pie completamente torcido. Estaba roto».

El conductor del patinete era un chico de unos dieciséis años, que se paró y se disculpó. «Me pidió perdón y me dijo que no me había visto, pero ¿cómo me iba a ver si yo salía de la tienda y él iba a esa velocidad? Mi hija llegó poco después, muy enfadada, y le dijo que no iba por donde debía, que está prohibido ir por la acera».

Al lugar acudió una patrulla de la Policía Local, que identificó al conductor del patinete a la espera de la denuncia de la víctima. Mientras tanto, María fue trasladada en ambulancia al hospital de Son Espases, donde las radiografías confirmaron la gravedad de las lesiones: tenía tres fracturas en tibia y peroné. Los médicos la sedaron antes de recolocarle la pierna en su sitio, y la enyesaron. Ayer permanecía ingresada en el hospital a la espera de ser operada, ya que le tienen que colocar una placa con tornillos.

«Ya me han dicho que va para largo», comenta María. «Entre seis y ocho semanas sin apoyar el pie, que tendré que ir en silla de ruedas, y luego una rehabilitación larga, suponiendo que todo vaya bien. Así que estaré unos tres meses sin poder caminar. Yo soy auxiliar de clínica, pero no podré trabajar, y tendré que contratar a alguien para que me ayude. Una cosa así te trastoca la vida».

María espera que su caso sirva al menos para concienciar a los usuarios de los patinetes. «Es un accidente que se podría haber evitado si hubiera ido por donde tenía que ir o si no llega a ir tan rápido», mantiene. «Porque esto no puede seguir así, hay calles, como Blanquerna, por donde vas con miedo. Hay demasiada permisividad con estos vehículos».