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Crimen

El insoportable acoso que precedió al crimen de Vigo: "Estoy cansada del vecino"

Vecinos cargaron este lunes contra el agresor en su traslado policial al edificio

El detenido tras cambiarse de ropa. A. Villar

"Estoy cansada del vecino; yo tengo mi vida, necesito descansar..." Aunque María Jesús Cruz Fernández era muy reservada, recientemente hizo esta confesión a una vecina con la que coincidió en la línea C1 del autobús urbano de Vigo. Se sentía acosada y ese lamento que verbalizó hace unas semanas cobra ahora un trágico y revelador significado ya que ésta es la mujer que fue apuñalada el domingo tras ser abordada supuestamente por ese mismo hombre del que se quejaba. Fue atacada en la entrada de su pequeño apartamento del edificio ubicado a la altura del número 70 de la calle Zamora de Vigo. Ella, de 56 años, vivía en el 2ºH y su presunto asesino, Pablo, de 63, en el 2ºJ. Un conflicto vecinal entre ambos parece estar detrás del crimen, ya que él al parecer la atosigaba dejándole notas bajo la puerta y aporreando su puerta molesto por los ruidos que esgrimía que hacía ella y de los que protestó en dos cartas que envío en septiembre y a principios de este octubre a la comunidad del edificio. Un inmueble en el que, para la mayoría, él era un hombre “conflictivo”. “Era un degenerado, el típico al que le molestaba todo, que protestaba por tonterías”, resumieron varias personas sobre el ya detenido. “Aquí las paredes son estrechísimas, se escucha todo, y lo que le ocurría a María [la víctima] es que tenía un problema en las manos y se le caían las cosas, las tarteras...”, cuentan.

El arrestado por el crimen.

El homicidio ocurrió en un edificio de la calle Zamora con más de 70 estudios y pequeños apartamentos donde los conflictos están a la orden del día. Pero el domingo por la noche se traspasaron todas las líneas rojas. El presunto agresor atacó a María Jesús cuando esta acababa de llegar a casa. Le asestó varias puñaladas en el tórax que, por su fuerza y la zona a la que fueron dirigidas, habrían sido letales. Cuando llegó la Policía Nacional, la víctima todavía tenía el arma –un cuchillo de cocina grande– clavada en el pecho. “Escuchamos dos gritos de auxilio, ‘socorro, socorro’, otro grito, el golpe de la caída de la mujer y el portazo que dio él”, coinciden dos de los vecinos que salieron al pasillo y que llegaron a ver durante unos segundos el cuerpo de la mujer en el minúsculo pasillo de entrada a su casa. “Las llaves aún estaban en la puerta, moviéndose, así que la abordó nada más llegar...”, describen. Estos mismos testigos fueron los que, cuando llegaron los policías, vieron al presunto agresor salir de su piso con las manos ensangrentadas. “Salió chupándose el dedo y dijo ‘está muerta’, ‘está muerta’; así sin más, sin arrepentimiento alguno”, refieren. Pablo, al parecer jubilado, fue detenido allí mismo y, antes de su traslado a comisaría, fue sometido a un examen médico.

La Policía en el lugar del crimen.

Testigos en comisaría

El cuerpo de la fallecida fue trasladado al Hospital Nicolás Peña para la realización de la autopsia. Junto a esta prueba clave a cargo de los forenses, ayer la Policía apuraba las pesquisas antes de que, casi con toda seguridad ya hoy mismo, el presunto agresor sea puesto a disposición del Juzgado de Instrucción 6 de Vigo, en funciones de guardia. Junto a la toma de declaración a testigos en comisaría, los agentes trasladaron ayer al mediodía al arrestado al edificio. Lo hicieron en medio de un amplio despliegue de seguridad, acompañados por el abogado de oficio del hombre y de personal judicial. Fue una diligencia breve –duró media hora– en la que el arrestado se cambió de ropa ya que la que llevaba a su llegada era la que vestía en el momento del crimen y, por ello, debía ser recogida para su análisis.

Entre los testigos que declararon ayer están los que salieron al pasillo tras los gritos de la víctima y el presidente de la comunidad de vecinos, que entregó a los agentes las dos cartas en las que el detenido se quejó de ruidos de la víctima y que dejó en el buzón de la comunidad. El testigo contó que ya le trasladó protestas verbales en verano.

"Asesino, sinvergüenza, viejo asqueroso"

Fue al mediodía de este lunes, cuando todavía no habían transcurrido 24 horas desde el crimen, cuando la Policía Nacional trasladó al detenido al edificio donde ocurrió todo. Tanto a su llegada como a su salida, varios vecinos que estaban ante el inmueble cargaron contra él. “Asesino, sinvergüenza, viejo asqueroso, levanta la cara, ojalá te pudras en la cárcel”, le gritaron los allí congregados.

Tanto el alcalde de Vigo, Abel Caballero, como el delegado del Gobierno, José Miñones, mostraron sus condolencias. El Concello decretó una jornada de luto oficial con banderas a media asta en señal de repulsa por el asesinato. Fuentes del caso señalaron que se estudiará si este caso que tuvo como víctima a una mujer encaja como violencia de género, aunque sí lo consideran un “feminicidio”.

Abuela de un niño, generosa y con una discapacidad visual que la llevó a trabajar en la ONCE

La gran mayoría de sus vecinos del número 70 de la calle Zamora no conocía en profundidad a María Jesús Cruz, pero sí coinciden, a pesar de su independencia, en su educación hacia ellos y en los nulos conflictos que generaba en la comunidad en la que residía desde hacía años, primero en el bajocubierta y posteriormente en un apartamento del segundo piso donde este domingo le quitaron la vida. “Era muy suya, no hablaba mucho, era de hola y adiós; era una mujer tranquila que estaba a su vida”, recuerda una de las moradoras del inmueble. Otra de sus convecinas verbaliza la vez que la ayudó dándole muebles tras una reforma. “Era una persona generosa, incluso donó ropa y alimentos a una asociación”, contó esta mujer.

Entre los más afectados se encontraba ayer el personal de los supermercados Alcampo, donde trabajó María Jesús, tanto en el de avenida de Madrid, hasta poco antes de la pandemia, como en el de Coia, en ambos centros como limpiadora. “Nos quedamos en shock cuando vimos que era ella”, relata una de sus antiguas compañeras, quien recuerda que todas las navidades viajaba a Santiago para estar con su hija y su nieto. “Vivía sola de alquiler pero era familiar y muy tranquila”, amplía su antigua compañera.

Tras dejar el hipermercado de avenida de Madrid, se trasladó a trabajar a las instalaciones de la ONCE en Vigo, como recepcionista, debido a la discapacidad visual que tenía, concretamente un ojo de cristal. Ya no trabajaba en esta entidad desde hace varios meses. Con anterioridad había sido también recepcionista en otras empresas.

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