Que la joven de 18 años fue brutalmente violada por cuatro individuos en los baños de hombres de la discoteca Indiana de València en la madrugada del 29 de septiembre de 2019 es algo que nadie ha puesto jamás en duda. El caballo de batalla está en la identificación de los dos hombres juzgados esta semana en la sección segunda de la Audiencia de València por esa violación grupal.

El fiscal y el abogado de la acusación particular defendieron el viernes, en sus alegatos finales, que esa identificación nunca estuvo contaminada, que fue la víctima quien señaló a los dos sospechosos –los otros dos nunca fueron encontrados–, que ha mantenido esa identificación en el tiempo y que el ADN no seminal hallado en su vagina, que no ha sido identificado (porque el dueño no tiene antecedentes), bien podría ser de uno de esos autores a los que la Policía Nacional nunca llegó a atrapar, entre otras cosas, porque la discoteca dijo que sus cámaras de seguridad no grababan en aquel tiempo.

Las cámaras "no grababan"

Esa última información es chocante con las primeras actuaciones, ya que la misma noche en que ocurrieron los hechos, el responsable de seguridad del local, que ha comparecido en el juicio como testigo, dijo a los policías nacionales que intervinieron en el caso que "hay cámaras grabando en la zona de las barras y en la zona de salida, quedándose las imágenes registradas, pudiendo estar a disposición judicial por si fuera necesario para las gestiones oportunas".

Sin embargo, cuando los agentes de la UFAM fueron a por esas imágenes, según han explicado en el juicio, se les dijo que, en realidad, las cámaras no grababan en aquel momento y que ese servicio se puso en marcha precisamente después de la violación grupal.

La ausencia de grabaciones limitó la investigación policial, ya que no se pudo buscar ni el momento en que accedieron los dos acusados ni si había otros dos hombres con ellos que respondieran a la descripción de la víctima.

Esa versión, la de que las cámaras no grababan, fue la que aportó como testigo el jefe de seguridad de la Indiana en la vista oral, en contra de lo que la Policía recogió en su primer atestado, cuyo contenido, incluido el ofrecimiento de las imágenes por parte del responsable de seguridad, explicó el agente al mando de las patrullas esa noche el día que declaró en este juicio.

Las defensas reclaman la absolución

Por lo que respecta a los dos letrados de la defensa, sin embargo, sostienen lo contrario: que la joven identificó a los ahora juzgados porque los sacaron agarrados por el brazo los vigilantes (extremo que negó ese mismo policía nacional que intervino esa noche, que afirmó ante el tribunal que los dos salieron por su pie y separados) y que lo que realmente recuerda la víctima de la violación grupal "es un flash de una camiseta roja, pero no dio apenas características físicas de los que la agredieron sexualmente".

También aludió a su estado de shock absoluto aquella noche como justificación de lo que la abogada entiende que fue un error por parte de la joven a la hora de identificar a sus agresores. Por tanto, solicitan su absolución, mientras que el fiscal mantuvo la petición de 42,5 años de cárcel para cada uno de ellos por tres violaciones cada uno: una cometida como autor directo y dos como cooperador necesario.

En su turno de última palabra, Iván M. L. habló para defender que es "totalmente inocente. Desde el minuto cero lo he dicho. Nunca me he negado a colaborar". El otro acusado, Agustín F. P., fue bastante más escueto: "He colaborado en todo momento. Si hubiera hecho algo malo, no me habría quedado en la discoteca".