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Incendios forestales

Crónica de una investigación: así detuvo la Guardia Civil al pirómano de Zamora

Vehículos camuflados y patrullas de la Guardia Civil le vigilaron y siguieron durante 15 días hasta que fue detenido tras provocar un fuego en la ribera

Vecinos ayudando a los bomberos en la extinción de un incendio en Bretó hace algunos años.

Pasaban la doce de la noche del sábado cuando los bomberos cruzaron de nuevo Bretó (Zamora). Acababa de declararse un nuevo incendio en la ribera, en una zona de regadío.

Era la prueba que necesitaba la Guardia Civil para detener a S. R., de unos 50 años de edad, vecino de Bretó y autor de hasta 18 incendios provocados desde hacía dos semanas. Su seguimiento permanente había dado resultado.

Los agentes del Seprona de la Guardia Civil le detuvieron en la zona del fuego tras, presuntamente, haber provocado el que sería ya su último incendio.

La Guardia Civil vigilaba desde el alto del cementerio las idas y venidas del presunto pirómano.

Desde el día 13, la Guardia Civil había destacado patrullas y vehículos camuflados para seguir a S. día y noche. En Bretó, las sospechas de la relación de este vecino con los incendios eran un secreto a voces que se mantenía en silencio.

Lo veían entrar y salir del pueblo conduciendo su coche con las luces apagadas por la noche.

S. R. subiendo al furgón de la Guardia Civil tras decretarse el ingreso en prisión provisional. L. O. Z.

El cementerio de Bretó se encuentra ubicado en un alto desde el que se divisa gran parte del término. Desde este punto y desde otros altos del pueblo, vehículos camuflados realizaban un seguimiento de las idas y venidas de S. Durante 15 días esta labor fue continua, incluyendo el control de localización del móvil, según explicaron algunas fuentes.

La Guardia Civil, con la investigación en marcha, comprobó que siempre que se declaraba un nuevo incendio, S. se hallaba en las proximidades.

Incluso durante las fiestas

Durante un tiempo los vecinos pasaban de un sobresalto a otro, con incendios en los montes del término y de la vecina Santovenia, o en la parte de Tábara o en la de Tierra de Campos. Todos fueron controlados a tiempo y no fueron grandes, pero la suerte también se conjuró en este sentido “sin vientos racheados y actuando los bomberos a tiempo”, según explicaron fuentes vecinales.

Así se declaró un fuego junto a la mini central hidroeléctrica, en una parcela municipal, donde había material susceptible de arder. En un refugio, en el monte, donde se apila leña para los vecinos, la madera ardió como una tea.

Ese fuego pudo haberse extendido al monte si las condiciones meteorológicas hubieran sido adversas, pero hubo suerte, según explican las mismas fuentes. Hasta en plena verbena, en las fiestas de la localidad, un fuego nocturno llegó a movilizar a los vecinos.

S. R. vive buena parte del tiempo y desde hace muchos años en Bretó con su madre, de edad avanzada y estado delicado. Otras partes del año las pasa en el País Vasco, en la zona de Tolosa, según señalan otras fuentes.

Su relación con los habitantes del pueblo no era mala, aunque días antes de la detención mantuvo una disputa con un joven, un matrimonio y otro vecino, porque estaban dando de comer a unos gatos callejeros. La discusión terminó en una suerte de forcejo con uno de los vecinos y acudió a la Guardia Civil a denunciar una presunta agresión.

Ayer, el Juzgado de Guardia de Benavente decretó con el visto bueno de la Fiscalía su ingreso en prisión provisional sin fianza. Se le imputa un delito continuado de incendio forestal por 18 fuegos provocados en las comarcas de Tábara, Benavente y Tierra de Campos, que han afectado a siete hectáreas de monte bajo, matorral, y arbolado.

Los agentes realizaron indagaciones y realizaron un estudio del perfil psicosocial del posible autor de los hechos, dirigiendo una línea de investigación con un posible sospechoso. Durante los 15 días de seguimiento colaboró con ellos otro agente medioambiental.

S. R. se enfrenta ahora a penas de prisión de uno a cinco años y multa de doce a dieciocho meses, tal y como establece el Código Penal. La colaboración ciudadana ha sido decisiva para su detención.

Hace dos décadas se “atrincheró” en su casa con una escopeta

S. R. no era un desconocido para la Guardia Civil cuando la información recabada y los seguimientos comenzaron a revelar su posible condición de pirómano. Hace algo más de veinte años había protagonizado un incidente que puso en jaque al pueblo hasta altas horas de la madrugada. Entonces, el aviso de un familiar de que se había atrincherado en la casa con su escopeta movilizó a numerosos agentes, y también a muchos vecinos del pueblo que se apostaron frente al domicilio. Los intentos de la Guardia Civil de que saliera no tuvieron éxito, aunque S. decidió salir alrededor de la tres de la mañana. Según algunos testigos, salió con la escopeta, provocando la fuga campo a través de muchos vecinos, montó en su vehículo y la Guardia Civil tuvo que perseguirlo hasta lograr detenerlo. Una crisis sentimental pudo haber provocado aquel episodio. “Yo no sé si aquello le influyó emocionalmente hasta hoy”, explica otro vecino.



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