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Eutanasia

Muere el 'pistolero de Tarragona' tras recibir la eutanasia y donar sus órganos

Su abogado ha confirmado a las 18.30 horas el fallecimiento del preso en el Hospital de Terrassa, en el que llevaba más de medio año tetrapléjico y con fuertes dolores

El exvigilante de seguridad autor del tiroteo frente a la sede de Securitas en Tarragona.

Eugen Marin Sabau, el vigilante de Securitas que el 14 de diciembre del pasado año disparó a cuatro personas en Tarragona y que fue abatido por los Mossos d’Esquadra, ha recibido la eutanasia este martes 23 de agosto. Sin ningún portavoz oficial que haya confirmado cuándo se ha aplicado el protocolo para proporcionarle una muerte digna, el despacho de su abogado, Gerard Amigó, en contacto con la familia de Eugen, ha aclarado que el proceso ha finalizado a las 18.30 horas. Ha durado varias horas porque el vigilante es donante de órganos, según este letrado, quien además ha señalado que en los próximos días, de acuerdo con su familia, es posible que haga público un mensaje del finado que, de momento, no ha trascendido. Como tampoco consta que el vigilante haya pedido perdón o mostrado arrepentimiento por unos hechos que estuvieron a punto de costarle la vida a tres trabajadores de Securitas y a un agente de la policía catalana.  

Sobre las 9.00 horas , el reo, que se encontraba en prisión preventiva, ha sido trasladado del módulo penitenciario, en el que ha pasado el último año y medio de vida, a la planta de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital de Terrassa. Allí algunos familiares y amigos, tras las pruebas médicas que requeridas para la donación de órganos, han podido despedirse de Eugen y acompañarlo durante la primera fase, de sedación, entre las 14.00 horas y las 15.00 horas. A continuación, el cóctel de medicamentos ha detenido su sistema respiratorio y su corazón. Cuando su muerte estaba certificada clínicamente, ha comenzado el proceso de extirpación de órganos para poder donarlos. En total, el proceso ha durado unas cinco horas.

Fuentes consultadas por este diario subrayan que la ley española establece que se compruebe que el corazón del donante no da ninguna señal de funcionamiento durante al menos cinco minutos antes de proceder a la extracción de órganos. Transcurrido ese periodo, puede procederse a la recogida, que en ningún caso se lleva a cabo si el paciente todavía está vivo. En un caso como el de Eugen, no obstante, puede ocurrir que se trate de recuperar artificialmente alguna de sus constantes para evitar que sufran daños los órganos que se van a extraer, un procedimiento que ha disparado los rumores sobre la hora exacta de su fallecimiento.

De preso a paciente

No ha resultado posible averiguar casi nada acerca de cómo ha tenido lugar el proceso de eutanasia recibido por Eugen. Ninguna de las fuentes oficiales, ni del Hospital de Terrassa ni tampoco de la Conselleria de Salut, han querido confirmar ni desmentir aspecto alguno en cumplimiento de la ley de protección de datos que atañe a los pacientes. Porque eso ha sido esta mañana Eugen, un paciente. Desde que se lo han llevado del módulo penitenciario y ha ingresado en el quirófano, el control de Eugen ha pasado de estar en manos de la vigilancia de los Mossos d’Esquadra a estar en las de los médicos. La eutanasia se trata como una muerte natural, a efectos legales, y su aplicación es un proceso médico

La situación clínica de Eugen, que resultó gravemente herido hace ocho meses cuando pretendió matar a sus compañeros de trabajo y solo pudo ser frenado por la policía a balazos, cumplía con los requisitos de la ley de la eutanasia aprobada en marzo de 2021, según el criterio médico. Sufre tetraplejia irreversible –puede mover un brazo y el cuello–, tiene la pierna derecha amputada, necesita una sonda para la vejiga, sufre úlceras por la inmovilización y dolores constantes para que los que no puede ser sedado. A pesar de que clínicamente no hay debate, judicialmente sí lo hay. Con su decisión, Eugene no ha sido juzgado ni sus víctimas resarcidas. 

José Antonio Bitos, el abogado que defiende los intereses de los dos agentes de los Mossos, contra los que Eugen disparó en la huida posterior al ataque perpetrado contra la oficina de Securitas de Tarragona donde intentó asesinar a tres miembros de la compañía, ha anunciado que reclamará a la Generalitat que asuma la indemnización que merecen los dos policías: uno de ellos recibió un disparo en el brazo y todavía sigue de baja. Tampoco han podido regresar a su trabajo las tres personas de Securitas, dos de las cuales estuvieron en estado crítico durante días a causa de los tiros de Eugen. 

El letrado Bitos ha intentado sin descanso de impedir que Eugen recibiera la eutanasia al considerar que debía prevalecer el derecho de sus clientes a juzgar a su agresor. Sin embargo, ninguno de los tribunales a los que ha apelado, tanto españoles como europeos, ha estimado sus recursos y ha rechazado dictar medidas cautelares contra la eutanasia. 

Obsesionado con el trabajo

Eugen Marin Sabau nació en Rumanía y llevaba unos 20 años residiendo en España, en Alcover (Alt Camp). Tiene 46 años, era vigilante de Securitas y estaba obsesionado con su trabajo. Así lo definieron Josep Maria, el propietario del piso de la Avinguda Maria de Alcover en el que residía, y Gumersindo, el responsable de la galería de tiro de Sant Salvador, en Tarragona, su segundo hogar. 

"Podías intentar hablar con él de otra cosa pero él reconducía la conversación para volver a hablar del trabajo", recordaba Josep María, que había compartido largas charlas con Eugen sobre sus problemas en Securitas. Según decía, el vigilante privado estaba convencido de que lo despreciaban por su condición de migrante rumano. "Decía que no le trataban bien", añadía Gumersindo. "Tenía la impresión de que no le pagaban el kilometraje, de que le daban los servicios más duros, de que otros cobraban más. Y su obsesión era que todo se debía al hecho de que era rumano, porque, según él, en su empresa eran racistas"

Cinco heridos

Envenenado por esa percepción que nadie logró que variara, el 14 de diciembre de 2021, Eugen se armó hasta los dientes, se disfrazó de anciana y se dirigió a la oficina de Securitas de Tarragona en la que trabajaban sus jefes. En cuanto logró que abrieran la puerta gracias al disfraz, abrió fuego contra ellos. Los tres excompañeros resultaron heridos de mucha gravedad. Dos de ellos estuvieron en estado crítico. Antes de acudir a la oficina, les había mandado un correo electrónico con este mensaje: "Felices fiestas cabrones. Ladrones y racistas".

Después del tiroteo, Eugen se dio a la fuga. Al percatarse de que se acercaba una patrulla de los Mossos d’Esquadra, detuvo el coche, se bajó y disparó contra los agentes. A uno de ellos le perforó el brazo. La huida acabó en una casa abandona a las afueras de Riudoms (Baix Camp). Allí se parapetó y rechazó cualquier mediación. Finalmente fue abatido por agentes del Grupo Especial de Intervención (GEI), la unidad de élite de la policía catalana, que también fueron los primeros en auxiliarse hasta que una ambulancia del Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM) pudo trasladarlo a un hospital, donde lograron salvar su vida, la misma de la que ahora quiere desprenderse.

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