"Todo es una fantasía. No hay extorsión ni tampoco acceden a contenido privado de la víctima. Su único objetivo es que la gente se suscriba por el supuesto morbo de ver a su conocida en esa situación y pague". Así resume Pablo Duchement, perito judicial informático, auditor de la Ley orgánica de Protección de Datos y profesor la razón que hay detrás de quien suplanta identidades de chicas (mayoritariamente) en redes para robar sus fotos y su nombre y ofrecer un supuesto contenido sexual de pago (falso) en otras plataformas.

Duchement fue uno de los primero especialistas en detectar este tipo de casos que, en un primer momento llegan de regiones muy cercanas. Hay un patrón, explica el experto. "Lo que tienen en común las víctimas es que son jóvenes que han subido a Instagram contenido que, sin ser erótico, es sugerente. Son el tipo de imágenes que suelen compartir las jóvenes, fácilmente editables para convertirlo en contenido erótico falso".

"La cuenta falsa bloquea a la original y envía solicitudes de amistad a todos y cada uno de sus seguidores"

A partir de ahí, el trabajo consiste en clonar una cuenta "publicación a publicación". "No solo cada fotografía, sino la descripción de las mismas". El nombre es igual al original pero con algún elemento adicional como un punto o una barra baja. "La cuenta falsa bloquea a la original para que no se de cuenta y envía solicitudes a todos y cada uno de sus seguidores, que pueden pensar que un perfil tan similar puede responder a una cuenta nueva de la misma persona o a un error", explica Duchement.

"Las fotografías de la víctima son el anzuelo para pagar por un contenido que no existe"

En al descripción del perfil falso, siempre se escribe el mismo mensaje que redirige a una página de contenido erótico por pago. "Si seguimos este enlace hay un perfil de una plataforma de contenido erótico de pago. Las fotografías de la víctima son el anzuelo, el cebo, para que se piense que habrá más contenido sin censurar una vez se pague, pero si se abona lo que se pide uno no se encontrará en absoluto lo que buscaba".

Objetivo de los estafadores: "conseguir suscripciones para producir ingresos hasta que la cuenta falsa caiga y no tardará en caer, pero ellos ya consiguieron el dinero".

¿Cómo es posible que se invierta tato esfuerzo en una estafa que dura tan poco? Duchement responde: "Está todo automatizado. No hay ningún señor detrás haciendo el trabajo. Son bots. Si haces esto a veinte chicas al día y consigues 10 suscripciones, ya tienes 200 al día y 10 euros, 2.000 euros al día. Queman cuentas una tras otra y lo que dure, duró", cuenta.

¿Cómo retirar la cuenta falsa? El experto dice que es bastante sencillo. Tal como hizo María, "tienes que demostrar a Instagram que el perfil no es tuyo y demostrar que eres tú". Sin embargo, denunciarlo a la policía "muchas veces no sirve de nada", dice. ¿Por qué? "Estos bots trabajan desde países donde es difícil acceder a datos o imposible, utilizan servidores en los que rebota el tráfico". Aunque estés atacando a una víctima con cuenta española, los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado pueden llegar al origen del servidor, pero muchas veces el país donde reside el servidor tienen leyes que impiden colaborar con otros países o se niegan a proporcionar datos, como los paraísos fiscales.

"El deep fake" una nueva y peligrosa tecnología

Duchement explica que hay una nueva tecnología en desarrollo que permite poner en un video de una forma "extremadamente creíble" caras de una persona en los cuerpos de otras. "Si están consiguiendo esto con un truco digital, la gente se lo creerá y las estafas se van a personalizar y van a hundir reputaciones", opina. Le preocupan los menores. "No todo el mundo puede gestionar el daño reputacional y un menor menos todavía. ¿Hasta cuando vamos a estar viendo esto sin actuar? ¿Hasta que haya víctimas? No sería la primera vez que un menor se quita la vida".

El daño que queda es el reputacional, dice Duchement. De hecho, conoce casos en los que ha habido incluso despidos a víctimas por haber visto su imagen dañada. "A algunas chicas les han llegado a decir que les daba igual que no hubieran sido ellas, porque su imagen ya estaba perjudicada".

El experto dice que la prevención pasa por ser conscientes de lo que subimos a la red. "Cuando subimos contenido que causa atracción, podemos acabar atrayendo a cosas desagradables. Es una cuestión de probabilidad. Cuantos más seguidores, más facilidad", explica. Y lanza una pregunta al aire: "¿El contenido que subes lo imprimirías y se lo darías a un desconocido en la calle?". Duchement opina que "hemos perdido la percepción. Hacemos cosas en redes que no haríamos en persona porque nos sentimos más seguros, pero nada más lejos de la realidad", añade.