Salvatore Longobardi, antiguo responsable junto a su hermano Antonio del restaurante Ritzi de Puerto Portals, propiedad del presunto capo mafioso Bashkmim Osmani, ha sido condenado este lunes a dos años de cárcel por tráfico de drogas. La Guardia Civil encontró en el establecimiento, en 2019, doce papelinas de cocaína y éxtasis así como útiles para su manipulación. El procesado, de 60 años, ha reconocido en la Audiencia Provincial que se dedicaba al narcotráfico tras el acuerdo alcanzado entre su abogado, Bartolomé Salas, y la fiscal. Las partes han acordado además que la pena de cárcel quede suspendida.

El hombre se enfrentaba inicialmente a una petición de condena de tres años y medio de cárcel por un delito contra la salud pública. La Guardia Civil llevó a cabo una inspección en el restaurante que gestionaban los hermanos Longobardi, propiedad de Osmani, en la noche del 24 de agosto de 2019. Los investigadores sorprendieron a Salvatore Longobardi, que ejercía de maitre, con diez papelinas de cocaína y dos de éxtasis. También tenía una báscula de precisión con restos de droga y dos frascos con 48 gramos de una sustancia que, tras ser analizada, se comprobó que no era ilegal. Los agentes registraron también el domicilio del hombre, donde hallaron 1.615 euros procedentes de la venta de estupefacientes. Salvatore Longobardi quedó en libertad poco después. Durante la vista celebrada este lunes en la Audiencia, ha reconocido los hechos ante el tribunal y, además de los dos años de prisión, ha acatado pagar una multa de 300 euros.

El restaurante Ritzi de Puerto Portals es propiedad de Bashkim Osmani, el presunto capo mafioso encarcelado en Palma por liderar una gran entramado criminal dedicada al tráfico de drogas y el blanqueo de dinero. El local fue registrado a mediados del pasado mes de febrero, durante un operativo policial internacional contra la organización, en el que fue detenido Antonio Longobardi. Osmani, apresado en Croacia, fue extraditado a España semanas después.

La investigación judicial y policial apunta a que Bashkim Osmani dirige un complejo entramado con tentáculos en numerosos países. La red estaría detrás de enormes alijos de cocaína procedentes de Sudamérica que llegaban por vía marítima a diversos puertos europeos. La droga se repartía después por todo el continente a través de contenedores, jets privados y vehículos equipados con dobles fondos. Mallorca era la lavadora de los ingentes beneficios que produce el narcotráfico a gran escala, sostienen los investigadores. Según las pesquisas, la red de Osmani blanqueó en la isla más de 35 millones de euros a través de fuertes inversiones inmobiliarias -como la propia mansión del capo en Camp de Mar (Andratx)- y negocios aparentemente legales, como hoteles y restaurantes.