La Unión Europea no solo se ha convertido en un mercado de tránsito y destino para la cocaína, que mayoritariamente sigue produciéndose en Colombia, Bolivia y Perú. Tanto la agencia Europol como el Observatorio Europeo de Drogas y Toxicomanías han alertado este viernes de que el continente europeo también procesa cada vez más cocaína, particularmente en Bélgica, España y Países Bajos, los tres socios europeos que concentraron en 2020 tres cuartas partes de las incautaciones, con 156 de las 214 toneladas requisadas. Además de la cocaína, también preocupa el mercado de las metanfetaminas, mucho más pequeño pero en constante crecimiento.

Nos enfrentamos a una amenaza creciente derivada de un mercado de drogas más diversificado y dinámico, impulsado por una colaboración más estrecha entre las organizaciones criminales europeas e internacionales”, ha explicado el director del Observatorio europeo, Alexis Goosdeel, durante la presentación de un informe. Una situación que pese a la pandemia de covid19 ha derivado en niveles récord de disponibilidad de drogas y un aumento de la violencia y la corrupción. De hecho, cerca del 40 % de las redes delictivas notificadas a Europol, que operan a escala internacional, son activas en el tráfico de drogas, según la directora ejecutiva de la agencia, Catherine de Bolle. 

La cocaína sigue siendo la segunda droga ilegal más consumida en la UE por detrás del cannabis, con un valor de mercado al por menor estimado en 10.500 millones en 2020. Se trata de un mercado que se concentra en el sur y el oeste de Europa pero cuyo tentáculos llegan también al este. La mayor parte sigue produciéndose en países de América del Sur, que han registrado en los últimos tiempos niveles de producción muy elevados. Esto ha llevado, por cuarto año consecutivo, a incautaciones récord en Europa: Bélgica (70 toneladas), Países Bajos (49), España (37), Italia (13,4), Francia (13,1), Alemania (11) y Portugal (10). 

Nuevos productos fumables

La droga llega principalmente en contenedores a los puertos europeos, con puntos de entrada cada vez más diversificados, pero cada vez se transforma más en Europa y principalmente en Bélgica, España y Países Bajos. “Grandes cantidades de precursores químicos utilizados en la producción de cocaína se han incautado tanto en laboratorios de producción ilegal y como en las fronteras europeas”, detalla el informe que alerta del procesamiento de grandes cantidades de cocaína en polvo a partir de productos intermedios, como pasta de coca y cocaína base, que se introducen de contrabando desde Sudamérica, impregnados en materiales como el carbón vegetal o los plásticos, y que se extraen a continuación en instalaciones especializadas. Algo que podría derivar en nuevos productos de cocaína fumables, como el ‘crack’.

También preocupa la expansión de las metanfetaminas, la droga estimulante sintética más consumida del mundo. Aunque su mercado es más limitado, el análisis confirma la “creciente amenaza que supone”, a medida que aumentan su disponibilidad y su consumo se extiende a nuevas zonas. Aunque se produce en la UE para abastecer al mercado interno y externo, Europa es también zona de destino y tránsito de la droga procedente de Irán, Nigeria y México y con destino a Asia y Oceanía. Una amenaza importante es Afganistán debido a precios competitivos y al uso de antiguas rutas de tráfico de drogas hacia Europa. 

Tradicionalmente producida y consumida mayoritariamente en la República checa y países limítrofes, a las autoridades europeas cada vez les preocupan más las instalaciones de producción ubicadas en Bélgica y Países Bajos que, desde 2019, han aumentado en tamaño, sofisticación y producción. Además, los análisis de aguas residuales confirman la presencia de esta droga en Bélgica, Chipre, en el este de Alemania, España, Turquía y varios países del norte de Europa. De las 58 ciudades con datos de 2020 y 2021, aproximadamente la mitad (27) notificaron un aumento de la presencia de esta droga en sus aguas residuales. Al igual que con la cocaína preocupa el aumento de la demanda de esta droga, principalmente la que se puede fumar (‘crystal meth’). Entre 2010 y 2020, el número de incautaciones se duplicó y las cantidades aumentaron un 477% hasta las 2,2 toneladas.