"Ayúdame (…) Me encuentro muy mal (…) Me ahogo (…) No puedo caminar". Este es un resumen del mensaje que le envió Mariano Daniel Vásquez a su pareja, Susana, en la noche del 17 de junio del 2019. Cuando llegó a la vivienda de la mujer en Viladecans, el hombre se encontró la casa revuelta. Pastillas, cocaína y botellas de alcohol. "Estaba fatal, muy mal, estaba pasadísima. No había visto sin dientes. Empezó a caer, a caer, y yo, bueno, me dije: bueno ya se podrá bien", aseguró Vásquez en el juicio que se celebra contra él en Barcelona por supuestamente haber dejado morir a su pareja diabética y grabar su agonía con el teléfono móvil. "Nunca pensé que le pasaría eso, nunca pesé matar a Susana", subrayó.

En un juicio penal, el acusado puede no decir la verdad, está en su derecho, pero también a explicarla. Lo que pasó en la noche de ese 17 de junio solo lo sabe el acusado. El otro y único testigo, Susana, está muerta. La autopsia determinó que fue por una subida de azúcar y ahora un jurado popular deberá decidir si, como sostiene la fiscalía y las acusaciones, Vásquez cometió un delito de asesinato, por el que se enfrenta a una petición de prisión permanente revisable, más 11 años de cárcel por malos tratos continuados a su pareja y por haber grabado la agonía.

El procesado negó en la segunda sesión del juicio la mayor. De malos tratos a su pareja, nada, según afirmó. Cuando se le preguntó por los moratones que tenía la mujer en el cuerpo, sus explicaciones sonaban a escusas: se dio un golpe con un sofá, fue en el ascensor, pero no en el ojo, sino en la cabeza, etcétera. “Jamás la maltraté” (…) o “los golpes se los dio ella”, recalcó.

Vásquez pretendió rebajar en su interrogatorio el grado de relación que tenía con Susana, que llegó de calificar de “abierta” (a pesar de que la víctima le había presentado como su pareja. Droga, sexo y bebida. Eso era, según sus palabras, la tónica en sus encuentros que se prolongaron durante unos cuatro meses. “No tenía ropa en su casa, ni cargador de móvil, ni cepillo, ni pijama”, insistió.

Episodios parecidos

Según la versión del procesado, Susana había tenido “dos o tres episodios” parecidos a los ocurridos la noche en que falleció. Ese día, recibió un mensaje de la mujer pidiéndole ayuda, comida y medicinas. Antes de ir a casa de la víctima y a pesar de la voz que tenía la mujer, Vásquez, según ha reconocido, fue a un taller mecánico a dejar su coche y coger uno de repuesto. Al llegar a la vivienda, ella se encontraba mal. El acusado aseguró que le ofreció llamar a “los enfermeros o una ambulancia”, pero que ella lo rechazó. "Habían tabletas de pastillas, cocaína y muchas botellas de alcohol", recordó.

El procesado admitió que al cabo de un rato empezó a grabar, pero precisó que lo hizo para que ella se diera cuenta del estado en que se encontraba y que no podía seguir consumiendo. "No me contestaba, balbuceaba", detalló. "No si era el azúcar o el colocón de todo lo que llevaba". En cambio, explicó que podía haber ido a la cocina a buscar.

La mujer acabó cayéndose al suelo. No quería moverse y él, alegó, le puso un cojín y una manta encima. Después, se quedó dormido hasta las 10 de la mañana, cuando le despertó su hermana. "Cuando me levanté, me quedé conmocionado. No respiraba. No sabía qué hacer", relató. Fue a entregar el vehículo de recambio que le habían dejado en el taller mecánico y después de dirigió a la comisaría. Un testigo declaró que el acusado le había llamado diciéndole que se le había muerto una mujer en los brazos por un coma diabético.