Cristina y José María se conocieron en la red social Jaumo el pasado mes de agosto. Ambos -gallega ella, catalán él-­ buscaban pareja para empezar una nueva vida y recurrieron a esa app de citas para adultos. Fue ella quien escribió primero. Diez días después de empezar a hablar con la joven, el hombre, de 53 años y que estaba jubilado por una minusvalía, metió su vida en una maleta y se fue a Galicia para conocerla.

Ella, de 26 años, y con una dura historia familiar, fue a recibirlo al aeropuerto de Vigo y lo instaló en su casa de Cortegada, en la provincia de Orense. Cuatro días después, el 23 de agosto, los dos discutieron, según la asesina, porque el hombre decía estar enamorado de ella y se negaba a volver a su ciudad, Castelldefels, aunque el detonante fue la compra de una cafetera, según la investigación.

En persona, peor

Cristina confesó ante la Guardia Civil que cuando vio en persona y conoció íntimamente a su pareja de internet, el hombre ya no le gustaba. José María tenía serios problemas de vista y oído, por los que estaba jubilado y cobraba una pensión. Según Cristina, además, se pasaba el día jugando a la Playstation y era muy posesivo. Muy pronto, ella se desengañó, quería que se fuera de su casa y así se lo dijo varias veces. Pero, según su versión, él se negaba y le "chilló". Fue entonces cuando ella le echó tranquilizantes en el café. Luego, lo asfixió con una almohada y quemó y troceó su cadáver.

La Guardia Civil recuperó meses después casi todo el cuerpo del hombre en diferentes puntos de la finca de la mujer y los alrededores. Ahora investiga si la joven tuvo ayuda de alguien para sacar el cadáver de la casa.

La joven de Ourense que calcinó a un hombre confiesa el crimen durante el registro de su casa. Fernando Casanova

Fuego en agosto

El cadáver "estuvo cuatro o cinco días en la casa. Luego lo saqué y lo quemé fuera", contó ella. Después, explicó Cristina, lo aplastó con una pala. Era el mes de agosto y la vecina de la casita de al lado la avisó: “como no apagues ese fuego, el humo te va a manchar la madera” de la casa. Cristina hizo caso y metió los restos del hombre en bolsas que fue dejando en la finca, en unas jardineras y en un monte cercano.

Pero, desde Castelldefels, la madre de José María avisó a los Mossos d’Esquadra de la desaparición de su hijo. La mujer sabía que había ido a Galicia a "ver a una chica". Se hicieron registros y batidas, con helicópteros y perros, sin éxito. El teléfono móvil del hombre no se había movido de la zona de Cortegada, así que los guardias civiles volvieron a ver a Cristina. Los perros especializados en rastreo de personas ladraban cerca de su casa.

Uno de los perros de la unidad de la Guardia Civil que participó en la búsqueda de restos del cadáver. Fernando Casanova

Abusos del padre

La joven ahora encarcelada tiene una durísima biografía. Muchos años atrás, su hermana melliza acusó a su padre de abusar de ambas cuando eran pequeñas y vivían todos en Suiza, donde habían emigrado en busca de sustento. Cristina no respaldó esa denuncia, al menos judicialmente.

A su regreso a Galicia, Cristina tuvo una hija con un hombre a quien posteriormente acusó de malos tratos. La acusación fue desestimada y la custodia de la niña quedó en manos del padre. Desde entonces, Cristina tenía una orden de alejamiento del hombre y acudía regularmente al centro de salud y consultas de psiquiatría.

La vivienda de la investigada en Rabiño (Cortegada), el lugar del crimen. FERNANDO CASANOVA

Visita al médico

Poco antes de Navidad, en una de esas visitas al médico de cabecera, Cristina le cuenta al doctor que un hombre que había conocido se había muerto en su casa, que ella se había asustado mucho y lo había tirado a un embalse cercano. El médico no le dio mucha credibilidad a esa historia, pero la suerte fue que otro paciente suyo era el alcalde de Cortegada, Avelino de Francisco, que días después acudió a consulta. El doctor se lo comentó y el alcalde, que antes había sido comisario principal de la Policía Nacional en Galicia, se acordó de aquel desaparecido catalán y avisó a la Guardia Civil.

La investigación fue rápida. Se recuperó parte del cuerpo de José María. También su Playstation, escondida en una finca cercana, y su teléfono móvil, que la mujer había tirado al embalse cercano. Allí fue recuperado por los buzos.

La autora confesa del crimen, rodeada de agentes de la Guardia Civil en San Benito de Rabiño (Cortegada-Ourense). Fernando Casanova

La cafetera

El segundo día de los registros en su finca, siempre vestida con un pijama y un chaleco de jardinero de su ex marido, Cristina anuncia a los guardias civiles que quiere hablar y contar la verdad. Explica entonces que cuando José María llegó a Galicia, ambos tuvieron vida de pareja, pero solo durante tres o cuatro días. Que fueron a la piscina, también a comer pulpo a Ribadavia, pero que ella se dio cuenta pronto de que no le gustaba el hombre.

Añade que él compró una cafetera y discutieron, a ella le parecía un despilfarro, y le repitió que quería que se fuera de su casa. Pero él decía estar enamorado y quería quedarse, no se iba. La cafetera iba a ser un objeto más en su nueva vida, con ella. Así que, a la llegada a casa, Cristina le hizo un café y le echó, dice ella, varios nolotiles para dormirlo. Luego, lo asfixió con una almohada.

El cuerpo de José María Roldán estuvo varios días tirado en la habitación de Cristina. Luego ella decidió quemarlo. Lo hizo a ratos, durante unos siete días, en la finca, junto a un hórreo, en la calle. Los vecinos aun recuerdan el olor. El hombre había metido su vida entera en la maleta con la que fue al encuentro de Cristina, su amor de internet: su tarjeta sanitaria, todos sus juegos de la playstation... Cuando salió del aeropuerto de Barcelona solo llevaba billete de ida.