Con 21 años salió de casa. Tenía expectativas, ilusiones, retos. En Córdoba, Argentina, cursaba una ingeniería. Era el estudiante brillante; el amigo, hijo y hermano que todos querían. Hoy tiene 34 y la vida cambiada. Malvive en la calle, solo y sin nada. Una foto, sacada por Mossos d'Esquadra en Barcelona, es lo único que tiene su familia. Viven por encontrarlo. "Creíamos que era un bohemio, que quería viajar, pero ahora sabemos que necesita ayuda, nuestro hijo está mal".

Pascual y María, sus padres, instalados con "gran esfuerzo" en España, apuran sus últimos días en nuestro país. En febrero se marchan. Buscan contrarreloj. Jubilados, sin opción a trabajar, tienen que regresar a casa. "Nuestra última esperanza es vuestra solidaridad, buscando en cualquier rinconcito cualquier indicio que nos lleva e encontrar a nuestro hijo". Noé Germán Pasciuto, el joven que vive en las calles, solo, tiene casa, familia. Están aquí por él.

Un viaje, un grupo presuntamente 'sectario' y soledad. Noé desapareció.

"Papá, mamá, quiero viajar"

En 2007 arrancó su viaje. Noé había llegado a la facultad con las mejores notas. Recibió premios y becas por ser el mejor de la promoción en secundaria. Cursaba Ingeniería Química. Quiso hacer un alto, vivir una aventura. "Papá, mamá, quiero viajar". No hubo forma de frenarlo. En su pasaporte, varios sellos: España, Alemania y el último, Londres, que marcaría un antes y después. Un grupo que "practicaba el desapego" le sedujo. Desapareció.

Durante cuatro años todo se fundió en negro. Apareció en Roma. Noé ya no era Noé. Su mente, brillante, había cambiado. Conversaciones extrañas, divagantes, todo inconexo, superfluo. En la mano un móvil de juguete. "Esta es mi casa", le dijo a su hermana. Vivía en la calle. No quiso ayuda, no quiso nada. Volvió a desaparecer.

Dos años más tarde su rastro apareció en Barcelona. La foto de la reseña policial asustó a todos. "Mirada vacía, perdida... Nuestro hijo está mal. Tenemos que encontrarlo".

Mallorca, 2007: Arranca el viaje

"En 2007 dos de mis hijos, entre ellos Noé, decidieron hacer un recorrido por Europa. Tenemos la ciudadanía Europea a través de Italia, tenemos pasaporte italiano, así que salieron a buscar una aventura", recuerda su padre, Pascual.

"Empezaron en Mallorca. Es un chico preparado, correcto, sano, de buenas conductas. Encontró trabajo muy rápido", cuenta su padre. "De España fue a Alemania, también trabajó allá, en una heladería, y de allí decide ir a Inglaterra". Pascual se detiene. En Londres comenzó el calvario. El fin. "Allí se une a un grupo que, no conocemos bien su esencia, un grupo tirando a hippie, quizá sectario... Noé empezó a cambiar".

"Vimos su foto hace un par de meses. Parece otro, tiene una mirada distraída, su aspecto... Está en un estado psicológico deteriorado"

"Hasta que llegó a Inglaterra nunca perdimos contacto con él", explica su madre, "pero empezó a cambiar". Las llamadas se espaciaban, luego no llegaban. La primera ausencia duró un mes. "Los primeros quince días que no tuvimos noticias nos empezamos a angustiar. Pasaron otros quince y su teléfono daba apagado". Arrancó la primera búsqueda. Después llegarían más.

"Hicimos la denuncia a la policía, a los consulados... A los tres meses él se comunicó. Nos dijo que estaba en un grupo y que estaban practicando el desprendimiento de la familia, que él quería practicar el desapego. Nos agradecía la clase de padres que habíamos sido con él, la educación que le habíamos dado". Pascual, María, asombrados, le dieron espacio. "Nunca imaginamos que íbamos a perder el contacto totalmente". Distancia, no ausencia, pensaron. Noé cerró sus cuentas, apagó su móvil, dejó el trabajo. No hubo manera de volver a hablar con él.

"Gracias por todo lo que me habéis dado", dijo Noé antes de colgar.

Roma, 2016: Noé tiene un móvil de juguete

Noé cortó todo lazo. Su única familia, su único contacto, era el grupo con el que se juntó. Coqueteaba, intuyen sus padres, con la droga, marihuana. "Nunca consumió antes, las conoció en España. Fue algo que nos empezó a preocupar cada vez más". Antes de despedirse de los suyos, Noé le dijo a su padre: "No fumo, lo he dejado. Quédate tranquilo, solo quiero despegar. Practicar el desapego". Nunca imaginó que no volverían a verlo . Nunca pensó que no volverían a hablar.

Arrancó una búsqueda que los llevó a Roma. Intervino la Embajada, participó la Interpol. "En 2014 logramos que la Interpol, organismo que se dedica a buscar personas pero con antecedentes delictivos o menores de edad, lo incluyera en sus alertas", cuenta María. "En noviembre de 2016 nos llamaron comunicándonos que Noé estaba en la Embajada Argentina en Roma tratando de renovar su pasaporte". Contra todo pronóstico, Noé, el joven desaparecido, había sido localizado.

Encuentro en Roma, en la Embajada, la alerta por desaparición cesa.

Una de sus hermanas -son cinco hijos- acudió a su encuentro. "Mi hija cogió un avión y se fue corriendo a Roma", cuenta María. "Tuvieron un encuentro muy afectivo. Él se mostró muy interesado en cómo estábamos, se abrazaron, lloraron…", detalla.

"Estando los dos en la Embajada salieron a caminar". Llegó el shock. Noé le mostró dónde estaba durmiendo: "era en la calle. Noé era un indigente". No había luces. Solo sombras, trampas, las que le tendieron, las de su mente, también cartón.

Tenía un móvil de juguete, pocos recursos y conversaciones extrañas. Ni rastro del grupo. Ni rastro del Noé que conoció. Cuando volvían a la Embajada se fue, desapareció.

"La cónsul dice que era un chico muy lindo, muy cariñoso, que decía cosas lindas, pero que tenía algunas visiones del mundo así como, digamos, superfluas, divagando… no me saben explicar", cuenta Pascual. "Nosotros no somos psicólogos, pero creemos que Noé cayó en un pozo, Noé siguió consumiendo", matiza. La cónsul les dijo que tratarían de localizarlo, no los llamaron más.  

2018: Barcelona, sin techo

La angustia impera, manda, desde entonces. "Antes te volvías loca preguntándote dónde estaba, pero desde 2016 todo es una pesadilla. No comemos tranquilos, no nos duchamos tranquilos. No disfrutamos de nada pensando en todo lo que no tiene Noé. Está viviendo en la calle".

Rastrean, dibujan opciones, tocan todos los timbres, teléfonos y puertas que puedan conducir a él. Llegan, pero tarde. Sus pesquisas, imparables, les lleva a Barcelona.

"Lo último que supimos de él fue que en 2018 los Mossos d’Esquadra lo pararon", cuenta Pascual. "No tenía identificación y estaba en la calle. Le hicieron un documento provisorio y siguió su camino. Se le sacó una foto, que vimos hace un par de meses dónde sale él, desmejorado, parece verdaderamente otro. Tiene una mirada distraída. Está en un estado psicológico deteriorado. Y tiene aspecto de…", titubea, duele, "situación de calle", completa la mujer de Pascual.

La última foto de Noé Germán, facilitada por Mossos d'Esquadra. Al lado la alerta por desaparición.

Su único delito fue dormir en la calle. Los Mossos lo dejaron marchar. No consta dónde ni cómo lo encontraron. "Necesitamos saber algo más". También desconocen su destino cuando abandonó la sede policial. Transita sin rumbo, solo. No hay rastro. Su familia sigue su estela unos pasos por detrás.

Tienen dolor, también esperanza, "no la perdemos, no la podemos perder". Se agarran con fuerza a ella. A su lado, SOS Desaparecidos, que acaba de activar la alerta en la red de cajeros Euronet. Podría estar en Barcelona, pero también en cualquier punto de España. "Por favor, si lo ven, hagan una foto. Acudan a la policía, a SOS Desaparecidos, porque de eso depende que lo encontremos. De la gente, de la difusión, de su ayuda". 

Noé no lo sabe, pero tiene un ejército detrás. Todos lo buscan, él lo ignora. Su viaje arrancó de forma voluntaria, pero hoy necesita ayuda. "Creemos que tiene un problema psicológico. Por eso difundimos esta foto, para asistirlo, médicamente sobre todo", lamenta Pascual. Afectuoso, gracioso, solidario, dulce, bueno. Excelente matemático, experto en idiomas: "sabe inglés, español, alemán....". La lista de habilidades se extiende. "Necesitamos que miren su cara. Solo podemos encontrarlo si ustedes lo ven". Sus padres, su familia les necesitan. También les necesita Noé.