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Testimonio de una pasajera: «Fue aterrador, nadie lo vio venir»

Una de las pasajeras que viajaba en el ‘San Gwann’ cuando colisionó contra el islote de es Malvins, Erika Peñalba, de 19 años, relata cómo vivió el accidente marítimo, el caos que se desató tras el siniestro y cómo fue la operación de evacuación

Erika Peñalva. DI

A Erika Peñalba todavía le dura el susto después de lo que vivió en la noche del pasado sábado. «Fue aterrador, ninguno lo vimos venir», afirma esta joven de 19 años que viajaba junto a otros 34 pasajeros y doce tripulantes a bordo del ferri San Gwann, de la naviera FRS, que colisionó contra el islote de es Malvins. Relata la terrible experiencia por teléfono, desde la casa de sus padres en Ibiza. Se encuentra allí tras darle de alta en la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, a donde la trasladaron en ambulancia después de que un médico la revisara en el mismo muelle comercial de Ibiza. «Tengo un latigazo cervical y me han puesto un collarín que tendré que llevar diez días, además de algún morado», explica consciente de que fue, dentro de lo que cabe, afortunada.

El mismo sábado, después de volar de Mallorca a Ibiza, Peñalba se dirigió al puerto para coger el ferri de las 21.30 horas de FRS hacia Formentera, donde reside y trabaja. La embarcación partió cinco minutos después. Nunca antes había viajado con esta naviera. «Me acuerdo que escribí a mi pareja para decirle que el San Gwann era un lujo de barco». Subió a la planta de arriba y se sentó en la primera fila de asientos de la izquierda en la proa. No tenía a nadie al lado.

Imagen capturada con el móvil por Erika Peñalva tras el accidente marítimo.

Imagen capturada con el móvil por Erika Peñalva tras el accidente marítimo. Erika Peñalva

A las 21.40 horas, cuando justo había salido la embarcación del puerto y observaba las vistas de Dalt Vila, le llamó la atención la velocidad que tomaban. «Se lo comenté en un mensaje a mi pareja. Iba un poco más rápido de lo normal con respecto a lo que estaba acostumbrada con otros ferris», señala. «A los cinco minutos, pumba. Escuchamos un golpe seco como si hubiéramos chocado contra otra embarcación. Me quedé en shock», rememora. Con la fuerza de la colisión, dice, salió volando, primero propulsada hacia delante y luego hacia atrás. «Me clavé la mesa en el estómago y luego me comí toda la pared», detalla. A su alrededor «todo era un caos, gritos, lloros, gente por el suelo con heridas de los cristales que se habían roto...». A su derecha vio a un trabajador que se había abierto la cabeza. La escena le impactó.

Imagen capturada con el móvil por Erika Peñalva tras el accidente marítimo.

Imagen capturada con el móvil por Erika Peñalva tras el accidente marítimo. Erika Peñalva

«Socorrí al niño más grave»

Tras ponerse el chaleco salvavidas que tenía debajo del asiento, se levantó y se asomó a la cubierta, estaba llena de sangre. Vio entonces a un niño herido en el suelo. Era el menor de diez años que fue evacuado en helicóptero en estado grave y que se encuentra en la UCI de Pediatría del hospital de Son Espases, en Mallorca. Peñalba tiene un cursillo de primeros auxilios y no lo dudó, trató de socorrerle junto a varios miembros de la tripulación. «Intenté que me hablara, que me escuchara para que no se quedara inconsciente. Había perdido mucha sangre y su respiración era muy débil, pero estuvo en todo momento consciente», afirma. «Conseguimos taparle la herida, y tratamos también de calmar a la familia», añade.

Dispositivo montado en el muelle comercial. ZOWY VOETEN

La joven destaca el comportamiento ejemplar de toda la tripulación, que se volcaron con los pasajeros. «Aunque muchos de ellos estaban heridos se preocuparon antes de cuidar de nosotros que de curarse a ellos. Nos ayudaron, nos tranquilizaron y nos dieron agua y comida», asegura. Eso sí, explica que nadie de la compañía después del accidente les dio explicaciones de lo que había ocurrido. A las 22.45 horas el helicóptero Helimer 205 evacuó al menor más grave. A las 23.30 horas llegó la lancha de Salvamento Marítimo que trasladó primero a todos los pasajeros que podían andar por su propio pie, entre ellos Erika Peñalba. Llegó a puerto a las 23.40. Le dieron mantas y agua. Un poco más tarde pudo ver durante unos minutos a sus padres, que viven en Ibiza y que se habían acercado al muelle comercial para ver cómo se encontraba su hija. «La compañía nos ofreció trayecto y alojamiento en el hotel Don Carlos, pero yo preferí ir a casa de mi familia», señala. A las 01.30 horas Erika Peñalba fue trasladada en ambulancia a la Policlínica Nuestra Señora del Rosario junto a otros seis heridos, los más leves.

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Un ferry choca contra un islote en Ibiza D.I. |

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