Alejando Ortiz, padre de Malén, la adolescente que desapareció en Santa Ponça hace siete años, ha publicado un vídeo en las redes sociales en el que carga contra los responsables de la búsqueda de su hija, desde una Delegación del Gobierno “desalmada”, a un equipo de la Guardia Civil “que se dejaron engañar” y una fiscal que “si hubiera perdido su perro o su gato hubiera puesto un poco más de empeño”.

En el vídeo, publicado este miércoles, el día en que la joven desaparecida hubiera cumplido 22 años, Alejandro Ortiz recuerda que aquel 28 de octubre de 1998, cuando nació su hija, fue “probablemente uno de los días más felices de mi vida”

«Hoy hace siete años festejamos sus quince años, y apenas un mes después, el 2 de diciembre, a la salida de la escuela, se cruzó con alguien, seguramente un conocido de Calvià, de la zona caliente, y tuvo un desenlace trágico». Según dice Alejandro Ortiz, «primero le arrebató la libertad y luego le arrebató la vida».

El padre de la joven prosigue: «Pero la mala suerte de Malén no acabó ahí. Tuvo la doble mala suerte de coincidir con una Delegación del Gobierno desalmada, sin corazón, infame y traicionera, y un equipo de búsqueda que fue un desastre. Se dejaron engañar, se dejaron ocultar pruebas. La gente que me dijeron que señalara les mintió en la cara y no se dieron cuenta de nada, y la Guardia Civil faltó a la verdad en mis declaraciones».

Alejandro Ortiz repite que en el caso de la desaparición de su hija hubo una doble mala suerte: «Primero se cruzó con unos malditos asesinos y luego dio con unas personas que no la quisieron encontrar».

Ortiz señala también a la fiscal del caso: «Si hubiera perdido su perro o su gato probablemente hubiera puesto un poco más de empeño».

El padre de la joven termina su alocución pidiendo «que se cambie la fiscal y el equipo de búsqueda, porque perdieron la oportunidad de encontrar el cuerpo de mi hija».

Malén Ortiz tenía quince años cuando desapareció, la tarde del 2 de diciembre de 2013 en Santa Ponça. Había salido del instituto a las tres de la tarde. Cogió un autobús hacia su casa, pero a mitad de camino se dio cuenta de que no había cogido las llaves. Llamó a la empresa de su padre y le dijo a una empleada que iría a comer a casa de su novio. Una cámara de seguridad la grabó circulando en patinete por la acera de la calle. A apenas 300 metros en el camino que debía seguir hay otra cámara, pero ya no la captó. No se ha vuelto a saber nada de ella.