"Estaban muy ilusionadas con el viaje a Miami. Se sacaron los billetes de avión hacía tiempo para ir a ver a su amiga Malén porque la empresa para la que trabajaba la había destinado allí. Lo que ha pasado es terrible. Es una pena muy grande", se lamentaba ayer un amigo íntimo de las cuatro jóvenes mallorquinas fallecidas el lunes por la tarde en un accidente de tráfico en Florida (Estados Unidos).

Las víctimas, de 30 y 31 años, se conocían de la Universitat de las Illes Balears (UIB). La mayoría había estudiado Derecho. Precisamente, tres de ellas están censadas en Colegio de Abogados de las Illes, aunque no todas ejercían. Varios compañeros de promoción se mostraron ayer consternados por el terrible siniestro.

"Hace dos semanas estuve comiendo con María y Ana. Se divertían contándome lo del viaje a Miami. Iban a ver a Malén, otra amiga de la UIB que trabajaba y vivía allí, aunque ya sabían que su empresa le había ofrecido volver a Palma y ella optó por regresar a Mallorca. De hecho, Malén ha vuelto a la isla hace muy poco. Me explicaron que iban a estar con ella un par de días por Florida, antes de que regresara a Palma, y luego aprovecharían para hacer turismo por esa zona de Estados Unidos", recordaba un allegado con la voz entrecortada. Las cinco amigas estaban muy unidas y ya habían hecho más de un viaje juntas al extranjero.

Las cuatro jóvenes mallorquinas que se quedaron unos días más de vacaciones en Florida perdieron la vida al chocar el todoterreno en el que iban con un camión, una autocaravana y un árbol en la autopista de los Cayos.

Una de las fallecidas, María López-Bermejo Rosselló, de 31 años, ejercía de abogada y asesora fiscal en Palma. Su padre es un forense muy apreciado y su madre, funcionaria del Govern. La noticia del accidente causó una gran conmoción en el ámbito judicial y en el Govern. "A María la conocía de toda la vida, desde que éramos niños. Estudiamos en el colegio Sant Francesc y en la UIB. Era muy divertida y con un gran corazón. También un poco despistada. La quería muchísimo, como una hermana", detallaba ayer un amigo. Otros allegados la describieron como una joven muy inteligente y discreta.

Otra de las víctimas, Ana Gaitán Díaz, de 31 años y natural de Pozoblanco (Córdoba) aunque criada en Mallorca, también era abogada y trabajaba en la empresa familiar de su padre, dedicada a la construcción y administración de fincas. "Era muy simpática, agradable, muy trabajadora y estaba muy enamorada de su marido. Se casó el verano pasado con un médico italiano y vivían en Palma desde hacía poco tiempo", añadió otro amigo. "Era muy alegre e inteligente, nunca criticaba a nadie, me dijo que se iba de viaje a ver a una amiga a Miami", agregó otra allegada. Ana vivió en Binissalem y Lloseta y desde los 13 años residió y estudió en Montuïri.

Teresa Sánchez Quetglas, de 30 años, también abogada, trabajaba en unos grandes almacenes en el centro de la ciudad. Margalida Cortés Pardo, de 31 años, vivía en Palma pero era originaria de Inca.