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Los osos de Mallorca se reencuentran con su mamá humana

Juana Pujol visita Reserva Park para volver a ver a Tramuntana y Xaloc, a los que cuidó en su casa durante cinco meses con biberones, fruta y cariño

VÍDEO Y FOTOS | Así ha sido el emotivo reencuentro de los osos de Mallorca con su mamá humana

VÍDEO | Así ha sido el emotivo reencuentro de los osos de Mallorca con su mamá humana B. Ramon

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VÍDEO | Así ha sido el emotivo reencuentro de los osos de Mallorca con su mamá humana Raquel Galán

Una emocionada Juana Pujol estuvo este viernes casi tan cerca de los osos Tramuntana y Xaloc como cuando eran unos cachorros y los criaba en su casa. «¡Hola Tramun –así llaman a la osa en Reserva Park–, soy yo! Continúas siendo tan pilla como antes», bromeaba quien fue relaciones públicas del parque en los años 90.

Juana se hallaba en el interior de la osera mientras la mamífera se acercaba desde la zona del bosque acotada para ambos plantígrados. Había una reja entre ella y el animal de casi dos metros que hace 27 años era una osezna que vivió durante cinco meses en el hogar de su mamá humana junto a sus dos hermanos, Xaloc y Gregal –este último ya fallecido–.

La inquieta hembra introdujo una pata entre los barrotes y a Juana le hubiese encantado acariciarla, pero sabía que no podía. «De pequeña me llenó el brazo de arañazos y me tuve que poner una venda. Era la más espabilada de los tres», tal como recuerda.

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Las imágenes del reencuentro B. Ramon

Durante el reencuentro en el parque de naturaleza y aventura situado a los pies del Galatzó, en Puigpunyent, Xaloc no se movió de su cómoda posición: tumbado. Sin embargo, Tramuntana iba y venía curioseando a los visitantes, tal vez con ganas de que le diesen su adorada miel. «Cuando eran cachorros bebían tres biberones al día de leche infantil y tomaban papillas cinco cereales, lo mismo que le daba a mi hijo de bebé; y después empezaron con fruta».

En una ocasión, la farmacéutica del pueblo, Antonia, le preguntó que para quién era tanta leche si su hijo tenía 12 años. Después de la sorpresa inicial, le pidió poder conocer a los oseznos con sus dos niños y enseguida se corrió la voz de los nuevos residentes.

Tramuntana y Xaloc se miran B. Ramon

El inicio de la historia

La historia comenzó por un viaje a Asturias de Juana con su marido y el anterior propietario del parque, Luis Jiménez, con su esposa. Fueron a ver otros centros similares y en uno de ellos había una pareja de osos que tuvieron cachorros «de forma inesperada debido a que creían que estaban castrados. Nos contaron que les quedaba poco tiempo de vida. Iban a sacrificarlos. Luis y yo nos miramos y con eso nos lo dijimos todo», relata.

Tras el regreso a la isla llevaron a cabo los trámites necesarios para que los animales estuviesen en Galatzó y volvieron a buscarlos. «En el aeropuerto fue un espectáculo porque había un colegio y los alumnos querían verlos». Ya en casa, habilitaron un espacio para los tres en la cocina y los cuidaron como si fuesen de la familia con toda la información que les proporcionaron desde el parque de Asturias.

Su veterinario se desplazó a Mallorca para seguir la evolución. Crecieron rápido, por lo que al cabo de cinco meses (tenían tres cuando llegaron) los trasladaron a la reserva, su hogar hasta la actualidad, excepto para Gregal, ya que murió hace tres años por artrosis.

«Al principio estaban allí todo el día para que se habituasen y por la noche regresaban a casa para darles el último biberón, porque no había ningún cuidador en el parque cuando se cerraba», según explica Juana. El álbum de fotos donde ella les da de comer, les acuna en su regazo, pasean por el jardín o se tumban en el sofá es un testimonio de incalculable valor.

Sin embargo, sus nietos, Gabriel y Marc, «querían ver a los osos en persona», por lo que acudió con ellos el año pasado y allí conoció al actual director de Reserva Park, Llorenç Crespo, quien «no daba crédito a la historia» hasta que le mostró la prueba gráfica.

Ahora él y sus empleados son los encargados de cuidar a los ya viejos osos, Xaloc con la misma enfermedad que su hermano. «Además de su alimento habitual, a base de fruta y verdura y una vez a la semana carne con arroz, cada día les damos de postre aceite de salmón, porque es bueno para que la artrosis no avance», indica. Tramuntana no tiene, por lo que sigue paseando y curioseando por el recinto a la espera de que sus cuidadores le traigan el mejor premio: la ansiada miel.

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