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Proyecto

Perros, maestros en apoyo emocional

Alumnado del Centro de Atención Integral Amencer-Aspace de Vigo aprende a comunicarse gracias a intervenciones educativas caninas asistidas

La perra 'Abril y la profesora Ingrida trabajan con la pequeña Daniel. PABLO HERNÁNDEZ

Abril y Mel entran en el aula sin perder de vista a David. “Sitio”, dice, y ellas se dirigen al instante a las dos pequeñas alfombras situadas en un rincón de la sala. Le sigue la orden “tumbadas”, y con una sincronización impecable se echan al suelo estirando la patita delantera derecha y recogiendo la izquierda. Ahora, toca tener paciencia hasta que lleguen sus compañeros y compañeras de juego. No se hacen esperar y, a los pocos minutos, los pequeños Martín, Daniela, Nicolás, Daiamanti y Glenda acceden en sus respectivas sillas de ruedas a la zona educativa. Mel y Abril parecen no dar importancia a los estímulos de su alrededor, pero en cuanto David se lo permite, acuden emocionadas a saludar a sus amigos.

Abril y Mel saludan a Glenda y Daiamanti. PABLO HERNÁNDEZ

Aunque Abril tiene ocho años y está “a punto de jubilarse”, cada semana visita con su compañera Mel, de dos años de edad, el Centro de Atención Integral Amencer-Aspace de Vigo, en el marco del proyecto de educación asistida a través del cual los niños usuarios aprenden a comunicarse y a manejar sus emociones gracias a nueve sesiones de trabajo de una hora semanal con estas compañeras de juego tan especiales, dos perras de aguas portuguesas que David López, el profesor de educación especial en el centro y coordinador del proyecto, define como “perfectas” para ello.

“Lo que ocurre con las perras no es ningún milagro, tiene que ver con el trabajo y la constancia. Nosotros determinamos un objetivo funcional educativo para cada niño, que es definido por el fisioterapeuta, la logopeda y el maestro de cada uno, y ese objetivo es el que trabajamos con ellas. Por ejemplo, si queremos que un niño se mantenga de pie, la intervención canina asistida va a ser de pie, pero si queremos que aprenda los números, lo que trabajaremos será que el niño o la niña les den este número de premios a ellas. Otras veces, cuando queremos trabajar el control de los impulsos, diseñamos una actividad en la que Mel y Abril tocan el piano, el niño espera su turno y luego lo toca él, para luego terminar juntos. Adaptamos la sesión a las necesidades de cada niño y las perras funcionan como un elemento motivador”, explica David López.

Como la semana anterior Nicolás fue el último en jugar con Mel y Abril, ayer tuvo preferencia para empezar la clase. Así, Nicolás practica la coordinación de sus movimientos a través del lanzamiento de la pelota en el aula. Empieza cogiéndola con la mano, la lanza y da la orden de “busca” acariciando a Mel, que en cuanto siente su mano en el lomo salta de la silla para recoger la pelota y devolvérsela a Nicolás depositándola en su regazo.

“Antes de dar comienzo la actividad realizamos un trabajo previo de adaptación de los niños a las perras y viceversa, porque algunos al principio tenían miedo y también tenemos que cuidar que ellas sepan qué situaciones y estímulos se van a encontrar en el aula. Por ejemplo, en el caso de Mel, ya con seis meses la trajimos para que conociera el centro y lo asociara con una experiencia positiva y, hoy, la ves y es que es todo amor hacia ellos”, comenta el coordinador del proyecto, quien también indica que son los propios niños los que escogen si les apetece participar en esta actividad de educación canina en cada trimestre, para luego rotar en grupos de cinco.

Adaptamos la sesión a las necesidades de cada niño y las perras funcionan como un elemento motivador

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A la hora de abordar los principales beneficios de estas intervenciones con animales, David López apunta que la comunicación es uno de los grandes aprendizajes, ya que en el caso de Daiamanti, ella comunica la actividad que le apetece hacer con Mel o Abril a través de un lector óptico. Ayer mismo, escogía acariciar a la más joven, quien tumbada en una mesa se dejaba tocar por la niña tranquilamente, para después darle unos lametones. Otro de los beneficios es la mejora de la propiocepción, como en el caso de Daniela, quien tumbada en la colchoneta aprende dónde están sus piernas o el largo de su cuerpo gracias a que Abril se tumba sobre cada una de las partes que le ordenan David o Ingrida, la maestra que acompaña al educador canino en la actividad.

Con un ladrido de despedida y tras haber pronunciado David la palabra “libre”, Abril y Mel dan por finalizada su jornada laboral en Amencer-Aspace y vuelven a ser dos perras normales con sus necesidades de salir a pasear y socializar en el parque, hasta la nueva sesión de la próxima semana.

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