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En Asturias

Los compañeros y profesores del colegio de La Ería rinden un sentido homenaje a las gemelas fallecidas en Oviedo

Los estudiantes guardaron un minuto de silencio y lanzaron unos globos en memoria de Alexandra y Anastasia

El colegio de La Ería, este mediodía. DAVID CABO

Profesores y estudiantes del Colegio Público de la Ería despidieron este lunes a las gemelas Aleksandra y Anastasiia, estudiantes del centro durante los últimos años fallecidas el pasado viernes, en un acto íntimo a puerta cerrada en el que participaron muchos de sus compañeros de clase, muy emocionados. A la una de la tarde en las inmediaciones del centro escolar hay poco movimiento. Nadie en el patio. Casi nadie pasea por la enorme acera que abraza a este colegio y al instituto anexo, que comparten espacio codo con codo. Pero, de repente, diez globos blancos emergen del edificio y toman el cielo. Varios niños se asoman a las ventanas del segundo piso para ver como los hinchables van tomando altura hasta acabar perdiéndose por encima de las casas. Van en dirección al Calatrava. En la opuesta al lugar donde vivían las gemelas rusas.

 

Herméticos, ni profesores ni estudiantes quisieron dar muchos detalles del homenaje celebrado. Solo que había sido algo íntimo. Un niño le comenta a su madre algunos detalles: “Guardamos un minuto de silencio”. Eso para empezar. Luego algunos compañeros de las gemelas leyeron varios poemas en recuerdo. No transcendieron los títulos tampoco. 

A las dos menos veinte los globos ya han sido engullidos por un cielo encapotado y comienzan a aproximarse a las puertas del centro los primeros padres. Ninguno sabe que dentro ha habido un homenaje. De hecho, algunos muestran cierta sorpresa porque aseguran que les hubiera gustado participar. A otros la noticia se la va dando sus hijos, algunos de ellos aún con el susto en el cuerpo. 

Casi ninguno de los padres quiere hablar. Hay un cierto silencio incómodo que se rompe cuando el timbre marca, a las dos en punto de la tarde, la hora de salida y los niños abandonan el colegio en tropel. 

Una de las madres habla rodeada de cámaras de televisiones nacionales. Rachel Sánchez es la madre de dos niños del colegio, uno de infantil y otro que está en cuarto de primaria. El mayor era compañero del hermano de Aleksandra y Anastasiia. “Mi niño está muy muy muy mal, ha llorado muchísimo, lo ha pasado fatal, y me dice que lo peor es que no las va a poder volver a ver, era amigo de ellas”, explica, “diariamente le pregunto a mi hijo si le ha pasado algo en el cole, pero tiene una profesora super buena que lo cuida como si fuera su propio niño”. 

Otra madre, que prefiere no dar su nombre, también insiste en lo buenos que son los profesores con su hijo “es maravillosa” y reconoce que está preocupada por la reacción de los niños a partir de ahora. Es decir, sobre cómo puedan ir digiriendo la noticia. Otro, más lacónico, asegura que “no tenemos mucha información sobre lo que pasó, aunque tampoco la hemos pedido por respeto. Solo sabemos lo que pasó por la prensa, pero nada más”. 

Ante lo impactante de lo sucedido el pasado viernes, algunos colegios de Oviedo decidieron activar algunos protocolos. Por ejemplo, hubo algunos centros que encargaron a los orientadores que les dieran charlas y talleres sobre habilidades sociales a los estudiantes de los cursos cercanos a la edad de las dos gemelas rusa. En algunas clases, reconoce la directora de un colegio, el ambiente era muy gélido a primera hora. Al contrario que otros muchos días no se oía ni una sola voz. Lo que les hicieron ver los orientadores es la necesidad de pedir ayuda, que cualquier preocupación que les ronde por la cabeza que se la comenten sin demora a algún compañero, a su familia o a algún profesor.

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