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Colectivos vulnerables

Multiculturales, dispersas, anárquicas y, de momento, poco violentas: así son hoy las bandas juveniles en Cataluña

Los expertos urgen a aumentar la inversión en políticas sociales para evitar la aparición de grupos violentos

La corona, el símbolo de los Latin Kings, en una calle de L’Hospitalet, en una imagen de archivo.

La situación ni es grave ni es alarmante. No hay un aumento de la violencia juvenil que haga pensar que las bandas delincuenciales de jóvenes han vuelto a Cataluña. Pero los expertos y las oenegés que trabajan con menores comparten un diagnóstico: la crisis pospandémica, la inflación, el precio de la vivienda, la falta de oportunidades para los jóvenes, la extrema derecha y la ley de extranjería, que dificulta a muchos poder conseguir un empleo o seguir formándose, pueden volver a activar el fenómeno. "Aún nos queda un cierto cojín social, pero necesitamos urgentemente políticas valientes y preventivas", sostiene Carles Feixa, catedrático de Antropología Social en la Universidad Pompeu Fabra. 

Feixa, experto en el estudio de las bandas y culturas juveniles, ha liderado un macroproyecto de cinco años cuyas conclusiones ha presentado esta semana en un congreso celebrado en la UPF. Lleva por título 'TransGang', financiada con fondos europeos, y ha revisado iniciativas de mediación e intervención social para abordar el fenómeno de las bandas en 12 ciudades del sur de Europa (Barcelona, Madrid, Milán y Marsella, entre ellas), América (Medellín, San Salvador, Chicago y Santiago de Cuba) y el norte de África (Rabat, Djendel, Argel y Túnez). "La principal conclusión es que es imposible eliminar y desarticular las bandas: lo que sí funciona es redirigirlas hacia funciones positivas", explica Feixa.

Veinte años del conflicto entre bandas

Este catedrático participó en el abordaje del conflicto que emergió en Barcelona en 2003 con el enfrentamiento entre los Latin Kings y los Ñetas. "Lo que nos activó a todos fue la muerte de Ronny Tapias", recuerda Feixas. Un joven de 17 años que fue asesinado a las puertas de un instituto de Barcelona por otros dos menores de 16 y 17 años, al confundirlo por un miembro de los Latin Kings.

La Síndica de Greuges propone reabrir un grupo de trabajo para analizar el fenómeno

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Han pasado ya 20 años de aquello. Feixa hace un balance agridulce. "Con la mediación pudimos apaciaguarlo, pero la crisis financiera y el cambio de Govern en 2011 tras el tripartito truncó ese proceso. El 'conseller' Espadaler lideró una etapa de mano dura que lo empeoró", apunta. "Fueron macrooperaciones policiales sin que las justificara un aumento de los delitos que luego en muchos casos los jueces archivaban: esto lleva a que los jóvenes se sientan traicionados por las instituciones y eso luego pasa factura", lamenta.

Menos de un 2% de menores forman parte de banda. "Lo importante no es que no existan: es que no usen la violencia ni la delincuencia"

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Firme defensor de la mediación frente a las políticas punitivas, Feixa hace un diagnóstico también claroscuro de la situación actual. Hoy, los antiguos miembros de los Latin Kings y los Ñetas pelean en los escenarios a ritmo de rap. "Supimos reconducirlo por la cultura, porque las bandas actúan como una familia y eso no es negativo", explica. Asegura que los datos se han mantenido estables en los últimos años: menos del 2% de menores forman parte de grupos o bandas juveniles. "Lo importante no es que no existan: es que no usen la violencia ni la delincuencia, y eso va de la mano con la marginación social", insiste.

Más de 20 bandas

Feixa cuenta más de 20 bandas juveniles en el panorama actual catalán. "Vemos mucha fragmentación y dispersión: ya no hablamos de jóvenes acabados de llegar, sino que han nacido aquí o migraron de muy pequeños", sigue.

También habla de multiculturalidad: las integran chicos con procedencias diversas entre ellos, algo que, dice, es positivo. No solo se trata de jóvenes latinoamericanos. A esta ecuación hay que sumar a los niños magrebís que llegaron solos a Cataluña a partir de 2016 y que muchos terminaron en la calle a los 18 años.

Y también hay nuevas bandas de extrema derecha, que tienen un claro componente xenófobo y LGTBIfóbico y, según Feixa, buscan "un chivo expiatorio". "Que la situación sea anárquica puede ser peligroso si estalla un conflicto porque será más difícil de mediar", advierte.

Sin políticas sociales, el peligro es que surjan bandas violentas como en Madrid, que este último año ya suman varios asesinatos

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La línea entre el apoyo social y la delincuencia de las bandas es muy fina. "La ley de extranjería, el precio del alquiler, la segregación escolar... son factores clave. Hay que volver a invertir en estos chicos", defiende Feixa. "No puede ser que los educadores no estén en la calle, que se hayan metido en despachos... hay que trabajar con los jóvenes dónde están", critica.

La Síndica propone un grupo de trabajo

Un diagnóstico que también han compartido las entidades sociales en uno de los simposios organizados en la UPF. "A partir de los 16 años la política pública dirigida a estos jóvenes baja en picado. Los jóvenes que han vivido fracaso escolar no se sienten animados en el itinerario formativo, muchos no pueden seguir formándose ni trabajar... necesitamos continuidad para prevenir la violencia en los jóvenes descolocados", ha insistido Rosa Balaguer, directora del Casal dels Infants.

"¡Basta ya de planes piloto, de políticas de maquillaje, necesitamos políticas estructurales e inversiones!", imploraba Javier Bonomi, presidente de la Federación de Entidades Latinoamericanas de Cataluña (Fedelatina). Bonomi insistió en que los jóvenes de origen migrante son excluidos en Cataluña. "Vemos a diario a jóvenes nacidos aquí que no son tratados como ciudadanos, que se les discrimina, que no tienen papeles... ellos detectan el rechazo y por eso se agrupan", describió. Unas palabras que llevaron a la Síndica de Greuges, Esther Giménez-Salinas, a proponerles reabrir un grupo de trabajo sobre la cuestión. "Debemos actuar", asumió la síndica.

Si no se toman cartas en el asunto, Feixa apunta a la capital de España como ejemplo de lo que puede ocurrir en Cataluña. "En Madrid siempre se ha optado por la mano dura, los intentos de mediación se rechazaron... y ahora vemos cómo este último año las bandas ya suman varios asesinatos", señala. "Allí donde se ha apostado por políticas punitivas, la violencia no desaparece sino que sale por otras vías: se transmite a otras generaciones o las bandas son utilizadas por grupos criminales y cárteles de narcotráfico", advierte, poniendo también de ejemplo el caso de El Salvador.

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