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Movilidad y cohesión europea

La segunda vida del Interrail: jóvenes que evitan el avión y el coche resucitan el "gran viaje" en tren por Europa

El abono de tren sufrió un declive con las compañías aéreas 'low cost' y los coches compartidos

Jóvenes viajeros en un andén, en una imagen de archivo. EP

El abono de tren Interrail, que permite visitar hasta 33 países europeos en varias semanas o meses, con absoluta libertad, mochila al hombro, está experimentando una segunda vida. El deseo de viajar después de tres años de pandemia -en transporte ecológico, que permite disfrutar del viaje en sí, así como conocer gente y la extensa y diversa cultura europea a precios competitivos- está haciendo florecer el Interrail en su 51º aniversario. El renacer llega después de unos años en los que las ofertas de avión 'low cost' o de coches compartidos habían provocado su declive.

"Se está produciendo un trasvase de jóvenes del avión y el coche al ferrocarril, que permite viajar en grupo y contaminar menos"

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"Para generaciones enteras el Interrail ha sido el gran viaje iniciático. Me encantaría que mis hijos también lo hicieran. Con 19 años, recorrí Europa con un amigo, una tienda de campaña y una mochila con 10 kilos de latas. Me divertí a lo loco en Ámsterdam y me timaron en Rumanía. Fue una salida al mundo. Recuerdo el sentimiento de libertad, de independencia. Tenías Europa entera a tu alcance", rememora Jordi Martín, barcelonés de 48 años.

Europa está apostando decididamente por el ferrocarril y existe una mayor oferta de trenes

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La subvención

De hecho, se puede viajar desde 194 euros -cuatro días- hasta por 711 euros, en un mega viaje de tres meses. Y el Gobierno ha decidido subvencionar el 50% del billete para los jóvenes de entre 18 y 30 años que viajen entre el 15 de junio y el 15 de septiembre. El objetivo es promover el turismo y el ocio juvenil en una época marcada por los precios disparados, debido a la guerra y las tendencias inflacionistas.

"Se busca contribuir a potenciar su aprendizaje e independencia, fortalecer las relaciones y el sentimiento europeo", argumenta el Ejecutivo, que también ha aprobado descuentos de hasta el 90% para que los jóvenes que viajen por España. La iniciativa española se suma a las promociones europeas puestas en marcha en los últimos años, destinadas a revivir un tipo de turismo que cohesiona Europa tanto o más que el programa Erasmus.

"Antes de la explosión de los Erasmus, los viajes en Interrail construyeron a su manera una idea común de Europa. Y en los 90, poder conocer de primera mano la Europa oriental era toda una experiencia y una aventura", subraya otra barcelonesa amante del Interrail, Marta Sala.

17.600 abonos

El año pasado, cuando se cumplió el 50º aniversario del eurobillete, también se subvencionó el 50%. En España se vendieron 17.600 abonos y este año con el descuento podría igualarse o superarse.

Una de las personas que aprovechó en 2022 la rebaja para viajar durante tres meses fue Josep Maria Olivé, miembro de la PTP, asociación referente en defensa del transporte público. Olivé ya había hecho el Interrail tres veces, el primero a los 23 años, y volver a viajar con el pase global le ha recordado “lo fácil, accesible y extraordinario que es viajar en tren por Europa y conocer el territorio más allá de las ciudades”.

Como experto en la materia, sostiene que el Interrail “ha resurgido como opción atractiva” porque Europa "está apostando decididamente por el ferrocarril y existe una mayor oferta de trenes", con tiempos de viaje más competitivos. Todo ello sumado a una mayor “conciencia social sobre la ecología”. Los trenes emiten menos del 0,4% de los gases de efecto invernadero relacionados con el transporte.

Los años del 'boom'

Los años dorados del Interrail fueron en su inicio, en los años 70, 80 y 90, pero luego sufrió un declive debido a la explosión de compañías aéreas 'low cost', los coches compartidos y a que la oferta ferroviaria estaba enfocada a un viajero más elitista, que valora el tiempo del desplazamiento por encima del coste.

Pero conforme se pusieron en marcha promociones -como las tarifas más baratas por compartir una mesa en el tren-, y se ha liberalizado el servicio con nuevas compañías que ofertan precios más competitivos, “se está produciendo un trasvase de jóvenes del avión y el coche al ferrocarril, que permite la experiencia de viajar en grupo y contaminar menos”, según explica Adrián Fernández, director gerente de la Fundación de los Ferrocarriles Españoles.

El especialista pone el acento en que el Interrail y los viajes en avión 'low cost' son distintos. En el primero se disfruta “de la experiencia de viajar en sí misma” y permite desplazamientos por más destinos (hasta 30.000), mientras que en el avión el viaje es “incómodo” y normalmente está asociado a un turismo para conocer una ciudad puntual, de forma “barata y rápida”.

Aunque muchos jóvenes usan ambas modalidades, combinadas o solas, así como billetes de tren sin comprar el Interrail.

Frenos e incovenientes

El inconveniente es que España -pese a tener la segunda red ferroviaria más extensa del mundo- sigue teniendo un “cuello de botella” a la hora de salir por tren hacia Francia, según denuncia Pau Noy, presidente de la Fundacio Mobilitat Sostenible. “Si no se puede salir fácilmente, dado que existen solo dos trenes que conectan con Francia al día, muchos prefieren coger un avión hasta París. Las conexiones están peor que hace 10 años”, denuncia.

En la misma línea, Jérémie Fosse, presidente de la asociación ambiental Eco-Union, valora la iniciativa del Gobierno de bonificar el Interrail pero considera que se necesitan más medidas “regulatorias y mayores inversiones que apoyen la competitividad del tren”. Y recuerda que con Portugal tan solo existen tres puntos de conexión ferroviaria.

A todo ello se une que España no está en el centro de Europa y, por tanto, es una de las opciones preferidas por los turistas extranjeros para llegar en avión pero no tanto en tren.

Las reservas

Otro de los frenos actuales al Interrail es la necesidad de efectuar reserva de plaza, que implica un coste añadido y, en muchas ocasiones, no se puede efectuar por internet: hay que ir a la taquilla y esperar turno. “Se ha perdido aquella libertad de subir al tren y enseñar el abono al revisor”, rememora Iñaki Barrón, exdirectivo de la Unión Internacional de Ferrocarriles, quien recuerda que muchos jóvenes aprovechaban esa libertad para viajar de noche y ahorrarse el hotel.

Ahora se puede reservar el alojamiento desde el móvil, mientras que antes existía la incógnita de donde se iba a dormir y, si no se había reservado plaza en el albergue anterior, había que ir a la oficina turística y ver qué quedaba libre. “Era otra forma de viajar”, recuerda. 

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