La masculinidad hegemónica se está resquebrajando entre las generaciones más jóvenes, pero los varones adolescentes aún están atrapados en los mandatos de género y eso tiene un impacto en sus relaciones afectivas y en su salud mental. Una investigación alerta de que no entienden el concepto del consentimiento sexual y de su dificultad para expresar sus sentimientos y problemas, lo que les lleva a considerar el suicidio como una salida fácil.

La preocupación por la emergencia del negacionismo y el antifeminismo entre los chicos adolescentes en España ha llevado a Fad Juventud a ahondar en sus discursos con el objetivo de comprender sus argumentos y narrativas así como el proceso construcción de las masculinidades en la actualidad.

Una de las principales conclusiones del estudio es que la masculinidad tóxica empieza a hacer aguas, a presentar grietas que permiten a los adolescentes alejarse de algunos mandatos tradicionales, pero al mismo tiempo ellos se sienten confusos y desconcertados sobre lo que se espera de ellos y lo que significa ser hombre, tienen discursos ambiguos y contaminados por bulos antifeministas y admiten estar desinformados.

La investigación Culpables hasta que se demuestre lo contrario. Percepciones y discursos de adolescentes españoles sobre masculinidades y violencia de género, presentada este miércoles en Madrid, es un estudio cualitativo realizado a partir de entrevistas a adolescentes de 14 a 17 años y a expertos.

Nerea Boneta, responsable del trabajo, ha explicado que los chicos asocian "ser un hombre de verdad" con palabras como poderoso, solitario, macho, serio o fogoso en el sexo. Al mismo tiempo, reconocen no sentirse representados por esa masculinidad que es propia del pasado, sino con una en la que el hombre sea independiente y se construya a sí mismo. "Esto les abre posibilidades y sienten menos encorsetamiento", ha indicado la investigadora, si bien esa libertad presenta límites.

En concreto, "el estigma del maricón", la vigilancia de lo que significa ser hombre como alguien que debe alejarse de la feminidad, la sensibilidad y que concibe la homosexualidad como algo negativo. Se ha detectado su dificultad para expresar sus sentimientos.

Suicidio como salida

En este sentido, Boneta ha contado que la salud mental y emocional "desbordó" las sesiones de entrevistas grupales: los varones dijeron abiertamente que necesitan hablar, que no pueden seguir ocultando sus sentimientos, pero reconocen tener dificultades para explicar lo que les pasa. Preguntados por ello, las emociones que verbalizaban con mayor facilidad eran todas negativas: ira, tristeza, enfado, frustración e impotencia.

Para gestionar ese malestar, hablar con los amigos no aparece como una opción, pues entienden que las amistades entre hombres se sustentan en el humor y no en compartir la intimidad. Sobrevuela la idea de que el hombre que se hace a sí mismo es solitario e independiente, aguanta todo sin pedir ayuda y no se apoya en los demás.

Entre las soluciones que plantean los chicos a los problemas, en comparación con las chicas, están más presentes las conductas de riesgo. Piensan con mayor facilidad en la violencia y el consumo de alcohol o los juegos de azar, son más frecuentes las actitudes pasivas (ignorar el tema) que entre ellas, que piden más ayuda y recurren al diálogo con más frecuencia.

Los adolescentes sienten que el suicidio es una solución viable para poner fin a su malestar, la más sencilla para problemas difíciles, mucho antes que hablar con sus amigos, por "miedo a ser tachados de nenazas".

"Por lo general, lo habitual es que enfrenten los problemas de un modo solitario, sin pensar en la posibilidad de pedir ayuda. Esta descripción, está muy alineada con esa definición de ser 'un hombre de verdad' que imaginan como fuerte, solitario, trabajador y frío. Apuntan diferentes opciones que consideran viables e incluyen desde buscar ayuda hasta el suicidio, esta última llegan a definirla como 'la salida más fácil'. No obstante, antes de llegar al suicidio, advierten de que los hombres suelen dar señales de ayuda, 'se apartan y se quedan solos', se autolesionan (cortes en lugares no visibles, golpes…) e incluso proyectan otro tipo de 'energía' percibida por su entorno como de riesgo, como aislamiento social o inactividad", se explica en el estudio.

Bordeta ha subrayado que "hay que explorar qué está pasando con los malestares masculinos".

Problemas con el consentimiento

Los mandatos de género no sólo impactan en la salud mental de los adolescentes, también en sus relaciones. Desde Fad Juventud han incidido en que son muchos los que adoptan postulados machistas que, adaptados a los nuevos tiempos, pasan inadvertidos. Es el posmachismo.

Se aprecia una polarización entre chicas y chicos: ellos se acercan a posiciones posmachistas y ellas defienden el feminismo.

Los varones creen que las chicas exigen que sus parejas se relacionen con ellas con sensibilidad y empatía, pero "a la hora de la verdad" buscan a los fuckboys, chicos malotes.

Desde la Fad se han querido destacar los problemas que tienen los adolescentes para saber qué es el consentimiento en las relaciones sexuales: lo entienden en términos contractuales como vía para librarse de ser castigados por la justicia y no como una forma de mantener relaciones sexuales deseadas y sanas.

Se ven como los sujetos activos sexuales que inician la actividad sexual, seducen, ligan, mientras ellas son entendidas como sujetos pasivos que reciben besos, caricias, etcétera. En las entrevistas repetían continuamente el bulo de que el consentimiento exige firmar un contrato para tener relaciones sexuales y evitar ser denunciado.

El estudio se llama Culpables hasta que se demuestre lo contrario porque en los discursos antifeministas se percibe un sentimiento de agravio entre los adolescentes: afirman que el feminismo ha ido demasiado lejos, que la desigualdad penaliza a los varones y que ya no existe la presunción de inocencia. Los bulos propios de la manosfera y la extrema derecha, diseminados por internet, calan entre los más jóvenes y emerge un victimismo masculino.

La experta ha afirmado que hace falta alfabetización mediática porque los chicos reproducen bulos que les llegan por redes sociales y su discurso está lleno de ambigüedades y contradicciones.

La investigación no ha detectado discursos negacionistas de la violencia de género, aunque sí argumentos que la banalizan y relativizan, así como posturas que culpabilizan a las víctimas de violencia sexual cuando, por ejemplo, han bebido.

Algunos dicen que no se aborda bien la violencia de género, otros que es inevitable, un problema del pasado o de otros países. También hay dificultad para identificar las conductas violentas.

La investigación recoge algunas propuestas para trabajar masculinidades igualitarias con los más jóvenes: son necesarios los referentes masculinos y un enfoque transformador que haga a los hombres partícipes del cambio; superar discursos acusadores o abordar la formación en el mundo digital.