Que hoy en día una hamburguesa sea más barata que un kilo de pimientos rojos, que tampoco tendríamos tiempo para cocinar, dice mucho de hacia dónde van nuestros hábitos alimentarios. Cada vez nos alejamos más de la dieta mediterránea y nos apoyamos más en productos ultraprocesados, la llamada comida basura.

La consecuencia ya se está viendo: el porcentaje de personas obesas en España no para de crecer (y con una afectación creciente entre los niños) lo que está impactando en la salud de los españoles. A más personas obesas, más diabetes tipo 2 (de la que ya hay 6 millones de afectados en España) y según advierten ahora los expertos, más personas con una enfermedad que lleva camino de ser la primera causa de cáncer de hígado en un futuro: el hígado graso no alcohólico.

Hasta hace unos años, y según explican los expertos, el hígado graso no alcohólico era una patología "residual" que presentaban solo personas con una inclinación genética. Ahora, un 20 % de la población española padece esta enfermedad hepática metabólica, una epidemia silenciosa que se asocia directamente con la obesidad y la diabetes tipo 2 y, en el fondo, con ese consumo abusivo de productos ultraprocesados que son "poco sanos y deberían evitarse".

Cada vez comemos peor

El mensaje lo lanzó ayer la doctora en Nutrición de la Universidad de Haifa (Israel), Shira Zelber-Sagi en el marco del congreso nacional que la Sociedad Española de Diabetes (SED) está celebrando en València. "Varios estudios han mostrado la asociación entre la ingesta de ultraprocesados y el riesgo de enfermedades crónicas relacionadas con la dieta como obesidad o cáncer" y ahora son cada vez más lo estudios que prueban esta relación "entre los ultraprocesados y la enfermedad del hígado graso", aseguró ayer Zelber durante su intervención en la que alertó de que el consumo de este tipo de productos, formulados con ingredientes industriales, se ha incrementado "dramáticamente" en todo el mundo en los últimos años. En España, el consumo de ultraprocesados ya suponía el 61 % de la ingesta de energía y en Estados Unidos este porcentaje se disparaba al 89,7 %.

"Antes esta enfermedad era testimonial, porque se comía mejor y el estilo de vida era más activo pero ahora estamos ya en el 20 % de la población y el miedo es que la prevalencia del hígado graso no alcohólico siga creciendo porque está íntimamente ligado a la epidemia de obesidad que ya padecemos", apunta el presidente del comité científico del congreso y vicepresidente segundo de la SED, Franz Martín Bermudo.

Según el especialista, el peligro de esta enfermedad hepática es que, como la diabetes es "silenciosa y los pacientes no se dan cuenta hasta que está avanzada y da problemas". En el futuro, los expertos aseguran que será la próxima principal causa de cáncer de hígado y de motivo de trasplante, como ya lo es en Estados Unidos.

La nutricionista de la Universidad de Haifa, Shira Zelber, durante su intervención en el congreso de la Sociedad Española de Diabetes. JM LÓPEZ

Dieta mediterránea y bajada de peso, la única solución

La solución, tanto para Zelber como para Martín Bermudo está clara: reducir el peso (comiendo mejor y haciendo actividad física) es el mejor tratamiento contra el hígado graso no alcohólico "porque no hay todavía ningún fármaco que funcione". Sin embargo, el camino hasta esta pérdida de peso cambiando nuestros hábitos alimenticios está plagado de obstáculos. "Nuestro estilo de vida es obesogénico", añade el experto. Es decir, todo suma para que engordemos: "la comida más sana es la más cara, no tenemos tiempo para ir al mercado, ni para cocina y vamos a lo fácil, lo rápido y lo barato, que al final es lo menos saludable", resume Martín Bermudo.

De ahí que la nutricionista Shira Zelber pusiera sobre la mesa la necesidad de hacer intervenciones a varios niveles porque no se podía dejar la carga de la culpa en la sociedad. La experta israelí pedía generalizar medidas que ya se están tomando en algunas comunidades como aumentar los impuestos de los alimentos ultraprocesados y las bebidas azucaradas, restringir la publicidad de este tipo de alimentos sobre todo cuando está dirigida a los niños; evitar que esté disponible en ciertos ámbitos (quitándola de las máquinas de vending) y asegurar que la opción sana está "disponible y es asequible para todos" incluso subvencionando los alimentos más sanos porque según la experta también podría haber una relación directa entre las personas con bajos ingresos y el hígado graso no alcohólico.