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Cine

La Blancanieves del siglo XXI rompe el mito: de hechizada a empoderada

Una investigadora de la UVigo analiza la evolución del popular personaje en el cine de animación desde el clásico de Disney de 1937 hasta las películas más actuales

Blancanieves, en la clásica película de Disney (1937).

Los estereotipos de los cuentos de hadas todavía perviven, pero el cine de animación también contribuye a romperlos mostrando a protagonistas femeninas más reales, activas y capaces de tomar decisiones por su cuenta. Es el caso de Blancanieves, uno de los personajes tradicionales que ha experimentado esa evolución desde la versión impresa de los Grimm y la película clásica de animación de Disney de 1937 hasta títulos actuales como “Shrek tercero” (2007) y “Érase una vez un cuento al revés 2” (2009).

Rebeca López González, investigadora del departamento de Traducción y Lingüística de la UVigo y experta en cine de animación, creación de identidad y cuestiones de género, constata esta transformación “positiva” en un trabajo sobre la diversidad de las representaciones de Blancanieves en esos tres largometrajes. Un estudio que ha desarrollado junto con Elia Saneleuterio y María Alcantud-Díaz, directora y fundadora del grupo de investigación Talis de la Universidad de Valencia, con el que López colabora.

La Blancanieves de la película "Shreck tercero", de 2007.

“No son resultados representativos de todo lo que se hace en la industria ni recogen las representaciones de las diferentes culturas. Pero sí constata que lo que proponía Disney, que es el estándar clásico en animación en occidente, se desvanece en algunas propuestas actuales. Su modelo puede seguir reproduciéndose, pero que haya ejemplos que rompen ese canon y muestran otro tipo de personajes femeninos, más decididos y que se prestan a la aventura, es positivo”, destaca López.

Las tres autoras abordan la construcción del personaje desde la perspectiva de la diversidad y tienen en cuenta, como grandes factores, la interculturalidad, la perspectiva de género y los objetivos de desarrollo sostenible (ODS) de la Agenda 2030 de la ONU.

Rebeca López, investigadora de la UVigo y coautora del trabajo. S. PENELAS

La Blancanieves de Disney, que protagoniza el que se considera el primer largometraje de ficción, parte de la versión de los hermanos Grimm, cuyo origen está en la oralidad. La película mantiene el mito de la madrastra fría y perversa en contraste con la dulzura, bondad e inocencia de Blancanieves. E igualmente, tras comer la manzana envenenada, permanece pasiva hasta que un príncipe la rescata escribiendo el final feliz del cuento.

El tatuaje de la Blancanieves de "Shreck tercero".

Por contra, la Blancanieves de “Shrek tercero” no es una princesa al uso. Usa un lazo en el pelo sí, pero también tiene un tatuaje. “No se comporta como supuestamente se espera de su rango social. Toma sus decisiones y las pone en práctica. Es un personaje más realista y no aparece representado con esa belleza aniñada de Disney que no tiene sentido porque contrae matrimonio en cuanto se despierta”, apunta López.

Escena de "Érase una vez un cuento al revés 2".

La protagonista de “Érase un cuento al revés 2”, por su parte, es una caricatura de la juventud actual y, de hecho, se utiliza como contraejemplo. “Está preocupada por su aspecto físico y por relacionarse con la élite. Y su belleza ya no es natural, lleva maquillaje. Aunque hacia el final comprende que los que consideraba sus valores más importantes quizá no lo sean. Los enanitos le enseñan a trabajar por los demás”, añade.

El mito de la madrastra

La madrastra se mantiene como el contrapunto a Blancanieves, aunque en las versiones actuales se diluyen los límites y ni una encarna la bondad total ni la otra la maldad extrema.

“La figura de la madrastra tiene que ver con la dualidad entre el bien y el mal de los cuentos de hadas. Tiene que haber un personaje benéfico y otro que ejerza el mal de manera injusta. Y también era una forma de que los niños y las niñas canalizaran esos sentimientos a veces incomprendidos. Enlaza también con la femme fatale y otros estereotipos que han quedado cristalizados, pero hay otra forma de construir personajes antagónicos. El mensaje que envía no es útil y puede causar un sentimiento de desazón a niños con otros modelos de familia”, reflexiona.

Lo que está claro es que el cine, incluso las obras de fantasía, influyen en el aprendizaje de los más pequeños. Y, por ello, Rebeca López, subraya la importancia de la supervisión de los adultos. “Antes los padres leían cuentos a los niños y debatían. Ahora todo parece más automatizado, pero los niños y las niñas están aprendiendo modelos, comportamientos o representaciones físicas de las figuras femeninas a través del cine de animación. Es una herramienta de socialización que influye en la evolución y creación de su identidad. Y cada familia, dentro de su forma de pensar, debería ser consciente de esto cada vez que le dé al play. Es necesario un filtro. No hay nada inofensivo o trivial porque sean infantiles, toda narración tiene una intención y va a incluir una ideología o varias. Sin contar que además son productos que se comercializan. No hay que olvidar que es un negocio”.

Protagonista de la nueva Sirenita de Disney.

La investigadora pone como ejemplo de esta influencia el volumen de disfraces de “Frozen” que se siguen vendiendo una década después de su estreno. “La forma en la que utilizamos estos materiales puede incidir en cómo será la sociedad del futuro”, destaca.

Mientras quizá no se atiende como debiera esta labor de supervisión, autores clásicos infantiles como Roal Dahl ven censuradas sus obras para proteger a la infancia. Y, al mismo tiempo, la nueva protagonista negra de "La Sirenit"a genera críticas. “En mi opinión personal, lo aconsejable sería mantener los clásicos y que las nuevas adaptaciones especificasen que lo son y quién las ha realizado. Las adaptaciones son positivas y necesarias, pero eliminar lo anterior sería perder fragmentos de la historia narrados a través de las obras literarias y también el valor que éstas tuvieron en su momento, quién las disfrutaba y por qué se adecuaban a su momento social, cultural y económico”, reflexiona.

Respecto a la nueva Sirenita o personajes como el de Vaiana o Tiana el Sapo, con sus limitaciones, suponen “pequeños pasos” hacia una mayor inclusión. “El rechazo a que el personaje sea negro indica una falta de aceptación de la diversidad. Quedarse con un único modelo, caucásico y de ojos azules, es poner trabas a un aprendizaje de la infancia que es necesario para la vida. Europa y EE UU no son el mundo. Todos podemos aprender de otras culturas cada día”, defiende.

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