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Tecnología y sostenibilidad

De las criptomonedas al 'streaming': el mundo digital emite más que la aviación

Cada vez son más los estudios que hacen hincapié en la huella ecológica de las monedas digitales, el consumo de vídeos y el envío masivo de correos electrónicos

De las criptomonedas al 'streaming': el mundo digital emite más que la aviación.

El universo digital (es decir, todo lo que ocurre detrás de nuestras pantallas) puede contaminar tanto o más que el 'mundo real'. Solo hace falta fijarse en todos los estudios que, con cada vez más preocupación, hacen hincapié en la enorme huella ecológica de las monedas digitales, el consumo de vídeos y el envío masivo de correos electrónicos. Un análisis publicado por el Foro Económico Mundial (FMI) apunta a que las tecnologías digitales son responsables de entre el 1,4% y el 5,9% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Esta cifra es más alta que la del tráfico aéreo: un sector que supone un 2% de las emisiones globales.

Para entender la huella ecológica del universo digital hay que dar un paso atrás y entender cómo funcionan estas tecnologías. Todos los servicios en línea, desde la industria de las criptomonedas hasta los servidores de las redes sociales, funcionan a partir de enormes infraestructuras en las que se procesan millones de datos durante las 24 horas del día y los 365 días del año. Todos estos procesos requieren ingentes cantidades de energía. En estos momentos, cerca del 80% de la demanda energética mundial se basa en la explotación de combustibles fósiles: los grandes responsables de las emisiones de gases de efecto invernadero y de la 'aceleración' de la crisis climática global.

La solución no es desconectarse del mundo digital sino reclamar que este se alimente a partir de fuentes más sostenibles

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Hace años que la comunidad científica reclama acelerar la 'transición ecológica' en este tipo de industrias para que, a partir de ahora, los servidores solo se alimenten a partir de energías renovables. Según apunta el informe 'Clicking clean' de Greenpeace, la solución no es desconectarse del mundo digital, sino reclamar que este se alimente a partir de fuentes más sostenibles. Empresas como Google, Meta (antes llamada Facebook) y Apple ya han anunciado varios compromisos para ampliar su uso de energías renovables, mientras otros gigantes del sector todavía se tambalean en el secretismo.

Estas son algunas de las actividades digitales con mayor huella ecológica. 

Las criptomonedas contaminan tanto como Argentina

La industria de las criptomonedas es una de las más contaminantes del mundo digital. Según apuntan varios estudios, el 'minado' y comercio de divisas como Bitcoin consumen tanta energía eléctrica como Argentina o Ucrania (129,93 TWh) y vierten a la atmósfera tanto dióxido de carbono como Nueva Zelanda (36,95 Mt). La huella ecológica de las criptomonedas ha aumentado de forma exponencial en los últimos cinco años. Según apunta un estudio de la revista 'Scientific Reports', minar una criptomoneda en 2016 emitía 0,9 toneladas de CO2. Este mismo proceso, en 2021 ya requería 113 toneladas por divisa.

La huella ecológica de estas monedas digitales varía en función del país. Solo en Estados Unidos, según desvela una investigación de 'The New York Times', Bitcoin consume la misma energía una ciudad de ocho millones de habitantes y contamina igual que 3,5 millones de coches. Otros estudios apuntan, en la misma línea, que las emisiones generadas por la minería de bitcoins son comparables a las de ciudades tan grandes como Viena, Hamburgo o Las Vegas.

El consumo de vídeos en 'streaming' emite tanto como toda España

Ver vídeos en 'streaming' es una de las actividades en línea que más contamina. Un informe de 2019 del 'think thank' francés 'The Shift Project' calcula que esas plataformas generan más de 300 millones de toneladas de dióxido de carbono al año. Esto representa el 1% de las emisiones globales de este gas y, en la práctica, equivale a la emisión de países como España.

La cantidad de emisiones generadas por esta actividad depende, entre otros, de la calidad de reproducción del vídeo, la plataforma utilizada y el país desde donde se consume. Un análisis de la plataforma 'Carbon Trust' subraya que ver una hora de vídeos en 'streaming' desde Europa equivale a emitir unos 55 gramos de CO2 a la atmósfera. Es decir, lo mismo que un coche durante 400 metros. Multipliquen esta cifra por todos los usuarios y las horas de servicio y verán la magnitud del problema. 

Los correos electrónicos emiten como 890 millones de coches

Cada día se envían más de 300.000 millones de correos electrónicos en todo el mundo. Enviar un solo 'email' genera entre 1 y 50 gramos de dióxido de carbono (una cifra que varía, por ejemplo, en función de la información adjuntada). Según apuntan algunos estudios, un usuario de correo electrónico emite unos 135 kilogramos anuales CO2 en su vaivén de mensajes. En total, todos los correos electrónicos enviados en el mundo suman más de 4.000 millones de toneladas de dióxido de carbono al año: el equivalente a 890 millones de coches.

Tu actividad en redes sociales genera lo mismo que 1,4 km en coche

El uso de redes sociales se asocia con el 0,5% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Se estima que la actividad diaria de los usuarios en estas plataformas genera unos 300 millones de toneladas anuales de dióxido de carbono. Un informe publicado por la plataforma 'Greenspector' apunta a que las redes con mayor huella de carbono son Tiktok, Reddit y Pinterest, seguidas por Instagram SnapchatFacebookLinkedinTwitterTwitch Youtube. El análisis estima que cada usuario de redes sociales genera cada día el equivalente a un coche en marcha durante 1,4 kilómetros.

Los almacenes en la 'nube' consumen el 3% de la electricidad mundial

Toda la información que guardamos en la nube, desde las fotografías a los mensajes y los correos electrónicos, requiere una enorme capacidad de almacenaje. Según apuntan algunos estudios, los centros de datos que albergan servicios 'cloud' consumen alrededor del 3% de la electricidad mundial. Para que se hagan una idea de qué significa esto, las infraestructuras necesarias para almacenar datos pueden requerir la misma electricidad que 15.000 hogares. Ahora mismo, mantener datos en la nube requiere unos 416 teravatios-hora (TWh) de electricidad anualmente. Esta cifra, según alertan los expertos, podría aumentar aún más en los próximos años debido al aumento de la demanda de servicios en la nube. 

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