Quinientos días dentro de una cueva, en soledad, sin referencias de tiempo y sin contacto con el exterior. Beatriz Flamini, deportista de élite, alpinista y escaladora, ha cumplido este reto, que también supone un récord mundial de permanencia bajo tierra en estas condiciones extremas.

Este viernes se produjo su salida de una cavidad, ubicada en la provincia de Granada, en la que ha permanecido a 70 metros de profundidad y aislada durante el último año y casi cinco meses, ajena a todo lo que ha acontecido en el planeta en todo este tiempo.

Apasionada de expediciones en solitario por las cimas más altas del mundo y experta en autosuficiencia, esta defensora del medioambiente se puso en contacto hace dos años con la productora Dokumalia para plantearle el reto de permanecer sola y sin contacto exterior en una cueva durante 500 días, ha explicado a EFE Elena Mera, portavoz del denominado proyecto Timecave.

"Se trataba de un desafío personal de superación, como otros muchos que había hecho anteriormente. En este caso, se prestaba además a todos los estudios que otros quisiesen hacer con ella, con lo que muchos científicos se apuntaron. Nos propuso también registrar todo el proceso en una serie documental", ha detallado Mera.

Una constante noche oscura, sola y en silencio

Tras estudiar experimentos similares llevados a cabo antes en distintas partes del mundo y ser conscientes de la dificultad del reto, están a punto de cumplirse esos 500 días desde que Beatriz Flamini comenzó a vivir esta particular experiencia, que la ha llevado a vivir en una constante noche oscura, sola y en silencio, durante más de dieciséis largos meses.

Esta aventurera, de la que los expertos que la han tratado destacan su gran fuerza mental y voluntad de hierro, ha lidiado todo este tiempo con sus pensamientos, su ilusión, sus miedos, su valentía y arrojo, acompañada de dos cámaras GoPro, sin pantalla que contengan referencias de horas ni días, para narrar paso a paso sus vivencias.

La productora Dokumalia ha seguido de cerca esos 500 días y ha registrado su vida cotidiana a setenta metros bajo tierra.

Comidas, ejercicios, días malos y buenos, problemas y dificultades, dudas, cambios en cuerpo y mente, longitud de días y noches, sensación de haber entrado en un bucle eterno de tiempo detenido a las 4 de la madrugada, momentos de terror y euforia, falta de memoria y concentración, alucinaciones, cambios de humor, incidentes imprevistos que han podido mandar todo al garete, filosofadas sobre el sentido de la vida y lúcidas reflexiones no han faltado en este inédito experimento.

Seguimiento de un reto sin intervención externa

Para llevarlo a cabo se ha seguido una metodología sencilla, en la que se ha creado un grupo de trabajo con los psicólogos e investigadores involucrados, con espeleólogos y entrenadores físicos, que han permanecido siempre conectados y al día sobre opiniones e hipótesis de todos en cada momento, y bajo la premisa de no interferir en el reto, tal y como lo planeó Beatriz.

En estos meses, ella ha ido dejando las tarjetas que grababa en la zona de intercambio de la cueva programada con los espeleólogos, y la productora ha ido recogiendo su experiencia desde el principio hasta el final, ha indicado Mera, que espera con ganas cómo será la salida y poder compartir su adaptación en el exterior.

El trabajo de la productora ha estado complementado con el que han seguido investigadores como Julio Santiago, del Departamento de Psicología Experimental y Fisiología del Comportamiento de la Universidad de Granada, que durante el proyecto Timecave ha estudiado cómo afecta el aislamiento social y la desorientación temporal extrema a la percepción del tiempo.

Desde la Universidad de Almería, grupos de investigación en neuropsicología clínica y experimental han valorado por su parte los posibles cambios neuropsicológicos y cognitivos que ha conllevado este tremendo desafío ante la soledad, la ausencia de luz y el aislamiento cognitivo y social.

Antes de la entrada a la cueva, se hizo una valoración exhaustiva de la corteza cerebral y funciones cognitivas asociadas de Beatriz a través de pruebas neuropsicológicas, clínicas y experimentales, y de un programa desarrollado para la valoración de altas capacidades de razonamiento y memoria semántica.

La empresa madrileña Kronohealth ha colaborado igualmente con Timecave para estudiar los ritmos circadianos y el sueño de Beatriz bajo las condiciones excepcionales en las que se encontraba.

Plan de emergencias

El Grupo de Actividades Espeleológicas de Motril (GAEM) se encargó de preparar de forma previa la cavidad para que pudiera ser habitada durante 500 días y elaboró un plan de emergencias, que incluía el cerramiento de la cueva para evitar caída de animales y prevenir la entrada de intrusos, y un amplio sendero hasta una explanada para hacer posible el aterrizaje de un helicóptero de evacuación en caso de emergencia.

Durante el aislamiento, la principal función ha sido velar por la seguridad de Beatriz, controlando su estado de salud a través de los pasos por las cámaras de vigilancia y las tarjetas de vídeo y notas que han extraído de la sima.

Otra de las funciones ha sido suministrarle alimentos y agua, y retirar la basura a través de intercambios que se hacían en un punto intermedio de la cavidad donde no ha sido posible cruzarse ni mantener comunicación.

En suma, han sido necesarias una tonelada y media de materiales y alimentos para esta experiencia, en la que se han consumido 1.000 litros de agua y en la que Beatriz, que dará este próximo viernes una rueda de prensa en Motril (Granada), ha leído 60 libros. Seguramente su historia, su experiencia única, le dé para sacar a la luz más de uno.