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Entrevista

Alfonso Armada, periodista: "En la prensa actual falta tiempo para hacer las cosas con más elegancia"

"Es importante que la historia esté bien contada y documentada, que estén los ojos del periodista sobre el terreno para enriquecer la crónica", explica

El periodista Alfonso Armada. Corina Arranz

Alfonso Armada participa este martes, a las 19.30 horas en la sala de cámara del Auditorio de Las Palmas de Gran Canaria, en la primera cita del Laboratorio Galdós Internacional. Armada, junto a Montserrat Domínguez, Mikel Ayestaran, Rosa María Calaf, Ebbaba Hameida y Nicolás Castellano, abordará los conflictos bélicos y sus consecuencias, con la guerra de Ucrania de fondo, y en el contexto del próximo estreno de la obra ‘Protocolo del quebranto’.

¿Ha cambiado mucho la forma en la que se cubren los conflictos bélicos actualmente con respecto al pasado?

Ha cambiado, sobre todo, en cuanto a la tecnología. Yo recuerdo que, en Sarajevo, era muy complicado transmitir porque no teníamos teléfonos móviles y dependías siempre de las agencias internacionales que tenían transmisores. Y eso complicaba mucho las cosas. Aunque tu empresa tuviera un contrato con las agencias internacionales, tenías que buscar el momento en que el enviado especial no estaba usando el transmisor para poder conectar tu ordenador y mandar tu crónica a Madrid. Luego, los periódicos empezaron a comprar portátiles que pesaban cinco kilos y ahora todo el mundo tiene teléfonos móviles para mandar fotos y textos con mucha facilidad. Pero una cosa que ha cambiado la forma de contar estos conflictos son las redes sociales. Ahora, aparte de la crónica del día, el enviado especial tiene que estar mandando crónicas constantemente. Es una verdadera agonía porque te obliga a estar actualizando todo el rato. 

Hay un mayor estrés, por tanto, para el profesional, ¿no?

Uno antes trabajaba todo el día para hacer una crónica que se iba a publicar al día siguiente o dos días después. Y tenías tiempo para elaborarlo, reescribirlo o comentarlo con tus compañeros. Pero ahora está la página web y eso exige actualizaciones constantes. Por una parte está bien porque te permite soltar la noticia y que se difunda por todo el mundo. Pero ha introducido un factor de velocidad que hace que cometamos más errores, que los textos estén menos cuidados, y que a veces se publiquen cosas que, al cabo de las horas, se revelen como sin fundamento. Antes la gente compraba el periódico al día siguiente y veía lo que leía como una síntesis del mundo del día anterior. Ahora hay varios enviados especiales a Ucrania, muchos son amigos míos, y las crónicas que hacen son tan buenas como las de entonces, pero el factor que lo ha enturbiado todo ha sido la velocidad. Nos falta sosiego en la prensa, tiempo para hacer las cosas con más elegancia.

Y más ahora que el periodista tiene que hacer una crónica para el digital y otra para el papel.

Ahora quieren que seamos hombres-orquestas y que hagamos textos, fotos, vídeos, actualizar de redes sociales. Y, bueno, está muy bien porque hay gente muy hábil haciendo todo esto, pero yo creo que al final banaliza el trabajo y lo acelera mucho. Y como los periodistas tienen que hacer tantas conexiones casi no puedes salir a la calle . Recuerdo una cobertura que hicimos en Chad y los enviados especiales de las televisiones tenían que estar actualizando las noticias todas las horas para los boletines informativos y no podían casi salir a la calle. Pues eso no tiene sentido porque la historia de un reportero es estar sobre el terreno, con tus zapatos, con tus cinco sentidos.

Pues mucha gente opina que internet ha mejorado la calidad de la profesión de periodista.

Uno entiende que la gente quiere tener la noticia enseguida, Pero creo que es más importante que la historia esté bien contada y documentada, que estén los ojos del periodista sobre el terreno para enriquecer la crónica. Y lo hace por la razón fundamental de contar historias humanas, de personas concretas porque, al final, en las cifras con las que contamos los muertos en las guerras hay mucha mentira ya que todos mienten: uno minimiza las bajas propias y maximiza las ajenas, con lo cual es muy difícil dar datos concretos. Lo mejor es hablar con los individuos para que te cuenten historias con biografías detrás y eso es incompatible con estar subiendo una información a la web todo el rato.

Pero hace falta público que dedique tiempo a informarse.

El público tiene que darse cuenta de lo importante que es una buena prensa que sirva de contrapoder y que explique la complejidad del mundo. Pero parece como si hubiera mucha gente interesada en que la gente deje de pensar y que se ve en la degradación de los planes de estudio. Estamos en un mundo en el que hay que leer internet donde se fomenta la desinformación y se mezclan verdades con mentiras. Por eso hace falta profesionales de verdad para que no te den gato por liebre.

¿Qué le parece las cifras de  periodistas fallecidos y secuestrados en los últimos años?

Son datos espeluznantes que hablan del desprecio hacia esta profesión. En las dictaduras porque son incómodos. China es ahora mismo la mayor cárcel de periodistas de todo el mundo. Seis compañeros fueron secuestrados en Siria y Burkina Fasso y en España creo que estamos sufriendo una cierta degradación del valor de los periódicos. Ahora la gente cree que trasteando en internet tiene una visión más o menos completa de la realidad y no es así, porque la realidad se ha vuelto muy compleja y hace falta tiempo. Y creo que los periódicos, sobre todo con las crónicas largas, teníamos más tiempo para contar unas historias que necesitan su espacio y tiempo real para ser contadas.

¿Y eso ocurre con Ucrania?

No puedes resumirlo todo en una pinceladas. Para hablar de esa guerra tienes que conocer mucho la historia de la Unión Soviética, lo que ha pasado en los últimos meses, los movimientos que ha hecho Rusia en el Dombás estimulando la política contra Kiev. Porque la guerra ha cumplido un año, pero en realidad llevamos nueve años de guerra. Cuando Rusia invadió Crimea la reacción internacional fue mínima y eso influyó en la decisión de Putin de invadir Ucrania. Y cuando vio la estampida internacional en Afganistán hizo un cálculo equivocado.  

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