Cuando en 1997 entró en la Legión puso una pica en Flandes al convertirse en la primera mujer en ingresar en este cuerpo de la Fuerzas ArmadasEn 2003 volvió a desafiarlos cánones y consiguió ser pionera como diplomada en el curso para Mandos de Operaciones Especiales de Alicante. No fue fácil. Primero por superar unas extremas pruebas físicas que eran similares para hombres y mujeres -"empezamos 48 y terminamos 18"- y después porque se presionó a sí misma para demostrar que era mejor que sus compañeros. Empezar a ascender y tener que dar órdenes tampoco fue sencillo al principio "porque te ponen en tela de juicio, pero yo tengo mi temperamento".

ERA (nombre ficticio), también deportista de élite, experta en Orientación y participante en olimpiadas militares en Crocia, Corea y China, cruzó la frontera en 2007 y desarrolló una misión en Afganistán donde pudo comprobar de primera mano que lo suyo fue un camino de rosas comparado con la situación que allí viven las mujeres con los talibanes."Veo las imágenes en la tele ahora y la gente se escandaliza, pero es lo mismo que yo vi entonces, no ha cambiado nada". 

De esta experiencia, como conocedora de primera mano de la situación de la mujer en Afganistán, hablará el próximo jueves (19 horas) esta militar alicantina en el Foro Espacio Séneca (antigua estación de autobuses de Alicante) donde dialogará con la activista iraní afincada en Alicante Shaghayegh Norouzpour para analizar la situación de la mujer en ambos países.

"Da tristeza ver qué valor tiene la mujer allí", asegura al recordar un coche con la mujer metida en el maletero y las ovejas en los asientos. "Como mujer sentí mucha tristeza". Sus derechos son constantemente reprimidos. "La mujer siempre lleva burka, no puede salir a la calle sola, siempre con su marido o con algún hijo, y siempre detrás, su misión es procrear, cuidar de la casa y de los hijos".

ERA en una imagen tomada durante su misión en Malí.

Aunque apunta que en los años 50 el burka no era obligatorio, ahora sí lo es. "Distingues si una mujer es joven o mayor por el pie, si es fino y con un zapato de tacón o si es un pie más curtido con zapato cómodo". De hecho, solo vio la cara a mujeres cuando entraba en la zona de las casas donde pueden estar ellas. "Me dejaban pasar a la zona de mujeres porque representaba a una institución, a Naciones Unidas y tenían mucha necesidad de tocarte, me querían lavar el pelo, me peinaban y querían que me pusiera sus ropas; de hecho me probé una vez un burka y la sensación es rara, aunque ellas se sienten protegidas de insultos o de que las violen". También le decían dónde no tenía que ir "porque había peligro".

Un insulto

Lo curioso es que ERA nunca fue obligada a taparse la cabeza. "En una ciudad, los niños se me acercaban y me decían asustados que me tapara la cabeza, que si no iba a tener problemas". Como entonces llevaba el pelo corto, "en uno de los pueblos donde llegamos el gobernador me preguntó si era chico o chica; si decía que era chico, la gente de seguridad me hablaba, pero si decía que era chica no, por respeto, porque consideraban que yo sería mujer de otro hombre".

Una compañera no tuvo esa suerte y en cuanto se puso a jugar un partido de fútbol la echaron. "La tuvieron que llevar a la base porque lo consideraban un insulto". Sin embargo, afirma, "nunca sentí que me mirasen, para ellos es como una barrera".

Apunta que las niñas solo van al cole hasta los 8 o 9 años, "los suficiente para aprender a cuidar niños, a cocinar y a hacer cosas de la casa, algo que les parece lo normal si no conocen otra cosa". 

Lo que más le marcó fue cómo pasean a las niñas "muy arregladas" para que las vean los hombres mayores y elijan con cuál se casan -"por eso hay tantas viudas jóvenes, a las que impiden trabajar"-, y el abuso infantil de niños. "Es una realidad no hablada y es brutal, cuánto más imberbes mejor; los niños se ofrecen a cambio de dinero y lo han mormalizado tanto que no se ve como un delito".

Rechazo y seguridad

Reconoce que en muchos casos las tropas extranjeras no eran bienvenidas, aunque su objetivo era ayudar a la reconstrucción del país. De hecho, la misión de ERA como jefa de Navegación se centraba en la seguridad cuando se desplazaban a cualquier poblado."Yo era la que llevaba al equipo a los sitios, detectando si había algun cambio en el camino, que el trayecto fuera seguro, buscaba la ruta, evaluaba itinerarios y luego iba delante controlando alguna posible emboscada".

Esta militar, con numerosas condecoraciones como la Cruz de la Real y Militar Orden de San Hermenegildo, la Medalla al Mérito Militar con distintivo blanco o la Medalla Afganistán, cree que pese a las misiones internacionales "nada ha cambiado". El problema, dice, que marca la diferencia de mentalidad es el tiempo. "Nosotros pensamos en una misión, en cuándo vamos y cuándo volvemos, qué hacemos, pero allí no cambia el tiempo y sabían que al final las tropas internacionales se iban a ir y ellos iban a seguir igual".

ERA, que ha participado también en misiones en otros países como Mali y Líbano, asegura que en su trabajo es feliz, aunque tiene hijos y reconoce que la conciliación es difícil. De hecho, está divorciada. "Si yo en mi trabajo soy feliz, esa felicidad la transmito a mi familia, les explico a mis hijos por qué me tengo que ir de misión y tienen que entenderlo y respetarlo; de hecho lo admiran y presumen de ello. Miedo claro que tienen a que me pase algo, pero están orgullosos".